Dedicado a todas y todos mis estudiantes…

Acabo de tener una pequeña diferencia con la académica que coordina la licenciatura en la que imparto clases, porque me solicita el syllabus (programa de curso que tiene especificadas las actividades del curso, los materiales, las formas de evaluación, la calendarización de las actividades, etc.), pero firmado por las y los estudiantes, pues ellas y ellos tienen que estar de acuerdo en cómo se organiza pedagógicamente el curso y además el o la docente no puede hacer modificaciones porque estaría atentando contra el derecho de las y los estudiantes. Claro que puedo entender de dónde viene esta decisión, pues hay muchos docentes que hacen cambios sin jamás consultar a sus estudiantes sobre dichos cambios, afectando el proceso y sobre todo las calificaciones de los estudiantes y es aquí donde quiero hacer una reflexión sobre qué es lo importante en el proceso de enseñanza aprendizaje y qué se debe revisar con las y los estudiantes cuando se decide hacer un cambio en la planeación de dicho proceso.

Primeramente, un docente debe planear el curso y el proceso enseñanza aprendizaje, como una guía de las actividades y formas de evaluación que se llevarán a cabo en el curso. Esta guía es una orientación para aprovechar de la mejor manera el tiempo que se tiene para alcanzar el desarrollo de competencias que se ha establecido. Sin embargo, no es la verdad absoluta en la propuesta, pues cuando el o la docente desarrolla esta planeación, difícilmente conoce al grupo y cada uno de sus estudiantes, así que pueden prever por la experiencia, con qué bases llegarán al curso y sobre qué podrán ir avanzando hasta el logro de las competencias, pero eso puede cambiar rápidamente al tener los primeros contactos con las y los estudiantes. Por eso es conveniente hacer ajustes a la planeación una vez que se han tenido esos primeros contactos. Eso deja la planeación casi a punto.

A pesar de esto, en las siguientes semanas y hasta meses, el o la docente puede percibir o darse cuenta que sus estudiantes están alcanzando de manera relativamente fácil, o bien se da cuenta de todo lo contrario, pues logra observar que el grupo requiere de ciertos conocimientos previos y que las metas que había planteado están muy por encima de las y los estudiantes y que debe matizar. Así que es probable que después de un mes de iniciado el curso el profesor o la profesora decidan hacer ajustes sobre los materiales e incluso las actividades del curso, buscando alcanzar, en el tiempo que queda, el desarrollo de competencias. Es importante señalar que el o la docente tiene bien tomado el pulso de lo que podría suceder si no se consideran las habilidades y conocimientos que el general de los estudiantes del grupo ha alcanzado hasta ese momento, para lograr las competencias propuestas para este curso.

Si no considera esto, el o la docente corre el riesgo de que las y los estudiantes queden muy por debajo de lo esperado, reprobando a la mayoría del grupo, o por el contrario, se aburran como ostras pues las actividades y metas propuestas por el o la docente están muy por debajo de lo que ya son capaces de hacer. Los procesos universitarios deben ser un reto constante para que las y los estudiantes estén en permanente construcción y ni la planeación previa (que se hizo a ojos cerrados), ni las calificaciones deberían definir este proceso. Desde mi experiencia lo que debe definir qué se hace y cómo se avanza, es por un lado, la experiencia de la o el docente que debe planear las actividades necesarias para sacar el mejor provecho de las y los estudiantes, y por otro, el nivel de desarrollo de las competencias de las y los estudiantes que darán elementos para tomar mejores decisiones al momento de planear, pero, sobre todo, al momento de decidir el día a día en el proceso enseñanza aprendizaje.

Esto es lo que los expertos es pedagogía llaman el pensamiento pedagógico del o la docente, que les permite decidir, sobre la marcha, cuál es la mejor actividad, el mejor material, la mejor forma de verificar si se ha alcanzado la meta prevista en las y los estudiantes. Eso se va palpando día con día, con las preguntas de las y los estudiantes, con las respuestas que van dando, con las actitudes que muestran en las clases con las propuestas que hacen las y los docentes, entre otras cosas.

Nuestro trabajo como docentes no es sólo que las y los estudiantes respondan bien exámenes, es que muestren que han aprendido y que están siendo capaces de proponer alternativas de solución a diferentes problemas sociales que les plantea la realidad profesional. Por eso que se firme un syllabus para que el proceso enseñanza aprendizaje quede estático, me parece, es uno de los peores aprendizajes que podemos brindarles a nuestros estudiantes.

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