Luego que un turista advirtió mediante un video que se viralizó en redes sociales, cuál es el mercado más peligroso en Puebla, hacemos una recapitulación de los lugares de este tipo que tienen mala fama, donde sus locatarios tienen que luchar en contra de ella para que sus ventas no se vean afectadas.
En este sentido, sobresale el mercado Morelos, que carga con el estigma de haber sido centro de operación de “El Grillo”, además de que en sus inmediaciones se han cometido robos y asesinatos.
Otro mercado con mala fama es el de La Cuchilla, aledaño al mercado Hidalgo, que junto con el mercado Unión, son considerados como un triángulo de mercados inseguros.
En torno a La Cuchilla, ronda el caso de la desaparición hace más de un año de una pareja de esposos que presuntamente habrían acudido a realizar compras y no regresaron a casa.
Además de que en varias ocasiones se han llevado a cabo en él, operativos para detectar mercancía de dudosa procedencia.
Otro caso es el Mercado de la Fayuca, ubicado cerca de la Central de Autobuses de Puebla (CAPU), que ha sido objeto incluso de enfrentamientos entre grupos de comerciantes.
Asimismo, ha sido escenario de balaceras y riñas, por el control de espacios.
El mercado de la Acocota, también tiene mala fama, por lo que hace a la inseguridad y la disputa por el control del sitio.
Por supuesto que el mercado de Amalucan, en donde recientemente la Unión Popular de Vendedores Ambulantes 28 de octubre (UPVA) y Antorcha Campesina, se disputaban el espacio, también entra en la relación de mercados peligrosos.
En la zona centro, el mercado 5 de Mayo, ubicado en 18 Poniente y 5 Norte, también entra en la lista de los mercados riesgosos, aunque en menor medida.
Una constante en torno a estos mercados son los robos de autopartes, y asalto a los asistentes, sin dejar de lado la sustracción de carteras, monederos y en su caso celulares, a la clientela.
Sin embargo, lo más crítico es la disputa que prevalece por el control de espacios en dos vertientes. La primera por parte de organizaciones de comerciantes y la segunda por grupos criminales.
Lo que es evidente es que los mercados públicos pese a todo son concurridos por parte de la población local, pero los locatarios y sus organizaciones deben luchar para superar los estigmas que pesan sobre ellos.