La Casa del Deán, ubicada en la Avenida 16 de Septiembre y la calle 7 Poniente del Centro Histórico de Puebla, es un tesoro invaluable.

Para comprender por qué lleva ese nombre, hay que señalar que debe su denominación al cargo de su primer propietario y constructor, Tomás de la Plaza y Goes, quien se desempeñó como deán de la Catedral de Puebla, un sacerdote que presidía el cabildo catedralicio, encargándose de la administración.

La Casa del Deán se construyó en el año 1580, por lo que es una de las más antiguas de Puebla | Foto: Google / Irene James
La Casa del Deán se construyó en el año 1580, por lo que es una de las más antiguas de Puebla | Foto: Google / Irene James


Estos datos, sumados a la consideración del peso que tuvo la Iglesia católica en la fundación de Puebla, permiten apreciar la importancia que en su momento representó la hoy conocida popularmente como la Casa del Deán.

La Casa del Deán se construyó en el año 1580, por lo que es una de las más antiguas que aún existen. A su deceso, la casa pasó a los descendientes de don Tomás de la Plaza, quienes eran ‘mayorazgo’ de los Pérez de Salazar.

El último dueño de la casa fue don Francisco Pérez Salazar, un amante del arte y un gran coleccionista. Fue mecenas de Hugo Leicht, y su colección permitió que el historiador hiciera el libro “Las Calles de Puebla”.

La Casa del Deán se construyó en el año 1580, por lo que es una de las más antiguas de Puebla | Foto: Google / Irene James
La Casa del Deán se construyó en el año 1580, por lo que es una de las más antiguas de Puebla | Foto: Google / Irene James


En la segunda mitad del siglo XX, se intentó demolerla para construir un complejo de cines. Sin embargo, un grupo de activistas y promotores del arte, encabezados por Ramón Pablo Loreto y Fernando Ramírez Osorio, grabadores de oficio y defensores del patrimonio arquitectónico de la ciudad, descubrieron que la Casa del Deán albergaba murales históricos.

Recurrieron a Francisco de la Maza, director del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y a don Manuel Toussaint, una persona muy reconocida con una gran trayectoria en la preservación de patrimonio.

Francisco de la Maza escribió una carta al presidente Miguel Alemán Valdés, explicando la importancia del hallazgo. En 1953, el presidente dio la orden de detener los trabajos de demolición. Con el paso de los años, se logró el rescate de la Casa del Deán y sus impresionantes murales.


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