Si vas y vienes por el Centro Histórico de Puebla, seguramente has notado que una de sus principales características es que los inmuebles son de muros altos, decoración estilo colonial, con balcones en el segundo nivel y algunos de estos con sombrillas.

Sobre la calle peatonal 5 de Mayo número 2024, entre la 2 y 4 Oriente, pocos peatones levantan la mirada para asombrarse con un balcón muy peculiar que está en el edificio que alberga los almacenes de ropa Rodríguez.

Quienes se toman el tiempo para admirar los inmuebles de la ciudad, quedan intrigados luego de mirar un peculiar balcón que está enfrente de la zapatería Real.

En el Centro Histórico de Puebla hay un balcón muy único que intriga a los poblanos | Foto al interior del balcón: Adrián Aguilar
En el Centro Histórico de Puebla hay un balcón muy único que intriga a los poblanos | Foto al interior del balcón: Adrián Aguilar

Para comenzar, destaca entre seis balcones que adornan la fachada pintada de verde y sus pechos de paloma en tono blanco, pero el balcón diferente se ubica rodeado por las otras ventanas.

Es un edificio de varios departamentos, en la parte baja se encuentran locales comerciales y a ese balcón le llamaban sus propietarias, las señoras Prieto (Pilar, Josefina y Ángeles), el balcón gabinete.

Se distingue por ser de lámina pintada de verde y con detalles en líneas doradas. Cerrado con vidrio, ya que en la parte de adentro tenía unas bancas sencillas como para la lectura, pues este balcón da a la recámara principal del departamento.



Algunos usuarios en redes sociales comentaron que este tipo de balcones son muy comunes en Lima, Perú, pero en Puebla al parecer es el único.

También se les conoce como balcones miradores y se dieron como parte del Art nouveau, por lo que en algunos lugares de Italia aún se conservan, por lo que llama la atención la influencia de arquitectura y diseño del mundo que llegaron a Puebla por medio de sus migrantes.

Algunos poblanos que han habitado esos departamentos compartieron que en la década de los 50, para entrar a ese edificio había que abrir el portón que tenía puertas de casi 3 metros de largo, su llave medía 15 centímetros y se cerraba a las 8 de la noche.

Los habitantes debían pasar por un largo pasillo para llegar a unas escaleras anchas y de piedra, de ahí a sus respectivos departamentos, enormes, fríos y de techos altos. Todos se saludaban, se conocían, se respetaban y se ayudaban como vecinos.

Los domingos era común el bullicio que hacían los niños, quienes iban a visita a sus abuelos para la hora de la comida, ruido que se mezclaba con el grito de los vendedores de globos y el claxon de los vehículos, pues antes la calle 5 de Mayo no era peatonal y podían circular los automovilistas.

Con el paso del tiempo, el balcón gabinete o mirador se mantiene, lo mismo que los demás balcones de al lado, los cuales pueden abrirse, pero siempre permanecen cerrados por el ruido de la vida que se desenvuelve todos los días en el Centro Histórico.

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