La ciudad de Puebla es considerada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) por la gran riqueza arquitectónica y cultural que posee en el primer cuadro de la ciudad.

Caminar por las calles te permite darte cuenta de los lugares que existen y las condiciones en las que se encuentran sus edificios, casonas y desde luego las vecindades, espacios que aún se mantienen de pie a pesar de que muchas lucen abandonadas y hasta en riesgo de venirse abajo.
En la época virreinal pocas familias podían vivir en una casa destinada solo para ellas, por lo que clases menos favorecidas se albergaban en inmuebles de tipo colectivo, es decir, las vecindades.

Los espacios se distribuían alrededor de un patio o hasta cinco y el número de habitaciones disponibles variaba según las dimensiones del predio. En general llegaban a tener hasta 10 cuartos por patio.
En el trabajo “La Vecindad, exclusión urbana en centros históricos. Pobreza y migración en barrios de Puebla”, elaborado por los investigadores Adriana Hernández Sánchez y Christian Enrique de la Torre Sánchez, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), se describe cómo era vivir en una vecindad en Puebla.
Explicaron que este tipo de vivienda data de mediados del siglo XIX, cuando las Leyes de Reforma permitieron liberar algunos predios de los conventos para uso habitacional y desde entonces se empezaron a rentar a los migrantes que venían del campo.

Hacia la tercera década de este siglo, los propietarios los abandonaron para irse a las nuevas colonias y rentaron esos espacios.
En 1884, en la ciudad de Puebla se presentó el “Reglamento de Policía para el buen gobierno de las casas de vecindad”, un reglamento elaborado por Clemente M. Lazpita.
En él se señalaba que las casas de vecindad estaban bajo vigilancia de la policía con relación al aseo, orden, higiene y seguridad de los vecinos.
Todas las vecindades estaban marcadas en el zaguán por la parte exterior y conforme a la nomenclatura de la ciudad.
Era obligación de los moradores que las vecindades, todos los días, abrieran al amanecer y se cerrarán a las diez y cuarto de la noche, con excepción de los días de “actividad pública” en donde se cerrarán a las once y cuarto.
Estaba totalmente prohibido instalar en su interior fábricas y talleres movidos por vapor, mujeres públicas (prostitutas), personas con mala conducta, espacios para culto como capillas para uso común de los vecinos, depósitos de sustancias inflamables o explosivas y animales nocivos.
Los patios, pasillos y escaleras de uso común debían estar alumbrados suficientemente desde que oscurecía hasta el cierre del zaguán y los gastos de la energía eléctrica debían cubrirlos los dueños o encargados del espacio o finca.
En las casas donde los baños eran de uso común era obligación mantenerlos limpios siempre, así como los caños de desagüe en el interior de las habitaciones.
Otra de las obligaciones que debían cumplir los vecinos o inquilinos de estas casas era que no estorbarán con ningún objeto ni para ningún uso, el libre tránsito de los demás, ni arrojar aguas sucias, inmundicias, piedras o basuras sobre los patios, corredores, fuentes, estanques y pozos.
Información del Archivo General Municipal de Puebla también señala que el casero tenía la obligación de asear en las primeras horas de la mañana los inodoros, mingitorio, caños, patios, escaleras, pasillos y corredores de uso común de los vecinos, así como cuidar de alumbrado de la casa.
En los barrios de Puebla aún hay gente habitando estos espacios y otra de las características es que entre todos se conocen, hay todo tipo de relaciones sociales, juegan en el patio, platican en el área de lavaderos, se organizan para fiestas o reuniones, incluso para rezar
en alguna celebración religiosa o cuando alguno de los vecinos fallece.
Sin embargo, los investigadores también señalan en su trabajo que para algunas personas, estos espacios son considerados indeseables por sus precarias condiciones y el hacinamiento.
En una habitación llegan a dormir hasta 10 personas o los miembros de hasta 2 familias.
En Puebla aún sobreviven las vecindades en el primer cuadro de la ciudad, tanto en las calles calle 5 Oriente entre la 4 y 6 Sur a la altura del Barrio de Los Sapos.
También hay aún en los barrios de San Antonio, Santiago, Xonaca, Xanenetla, en la zona de San José y en Santa Anita.
Además hay vecindades en calles como la 4, 6, 12, 14, 16 y 18 Poniente y Oriente donde otra de sus características es que no cuentan con cochera o estacionamientos, por lo que sus habitantes solo pueden resguardar una o dos unidades y están pegadas al área de lavaderos o invaden el espacio común, el patio que los niños ocupan para jugar.