Actualmente, hay en el mercado un sinfín de marcas de refrescos de distintos sabores, tamaños y presentaciones, a tal grado que médicos y nutriólogos recomiendan reducir el consumo de estas bebidas para evitar problemas de salud.

Pero en la década de los 40 en Puebla era toda una novedad los anuncios de las fábricas embotelladoras de refresco que invitaban a consumir este tipo de bebidas, cuando solo el agua de frutas naturales era lo que se servía en las mesas de las familias.

Usuarios en redes sociales compartieron uno de estos anuncios, pero lo que llamó mucho la atención de los internautas fue el nombre de la bebida que se embotellaba en la colonia Humboldt. 

Se trata del refresco “Neo-ferro Fosfatado” que se embotellaba en la calle Humboldt número 307, en la fábrica La Imperial, propiedad del señor José Rivero Carvallo.

De acuerdo con las imágenes de los anuncios de antaño, su envase era una elegante botella de estilo art-deco para la bebida refrescante con fierro y fosfato. El fósforo es uno de los elementos químicos que se emplea en los refrescos para mantener su conservación.

La botella se cerraba con corcholata, no como las taparroscas que se emplean ahora, pero también podían cerrarse y abrir, aunque una vez que abrían el refresco lo consumían en un abrir y cerrar de ojos, porque los jóvenes lo consumían los fines de semana después de jugar partidos de futbol en las canchas aledañas a la colonia.

Los dibujos de las etiquetas del “Neo-ferro fosfatado” eran creación de un adolescente identificado como Fernando Rodríguez Lago, quien en la edad adulta fue un reconocido pintor, vitralista y muralista de Puebla.

Entre los comentarios de los usuarios en redes sociales señalan que para muchos era una bebida demasiado dulce, otros escribieron que no les gustaba porque sabía a jarabe para la tos, pero otros apuntaron que era delicioso y los cargaba de energía después de jugar.

“No sabía nada de la existencia de ese refresco en Puebla”, “El diseño de la botella era característico de esos años”, “Ese refresco fue la joya de la corona, La Imperial hacía muchas bebidas”, “Mi abuelo me platicó de este refresco y su botella calabozo”, fueron parte de los mensajes que compartieron en redes sociales. 

Embotelladora La Imperial 

De acuerdo con los descendientes del señor José Rivero Carvallo, esta fábrica abrió sus puertas en 1919 en una casona del Barrio de San Ramón. 

Ahí empezó a envasar agua mineral de Tehuacán y su marca la registró como San Pedro, siendo uno de los primeros en la industria de las bebidas gaseosas.

Con el paso de los años también creó sidras de manzana, así como el refresco que se repartía en dos carretas grandes tiradas por mulas, portando los logos de la empresa, que después los cambió por unos carros bicicleta pequeños que trajeron de Francia.

Posteriormente, salieron a la luz los refrescos Oro, que eran de varios sabores y más tarde surgió el Neo-Ferro Fosfato.

En 1929, La Imperial recibió el Premio de Medalla de Oro en España por la Sidra Imperial de manos de Alfonso XIII y más tarde el premio Confort Moderno en París.

Así era el “Neo-ferro Fosfatado”, el refresco que bebían los poblanos en los 40
Así era el “Neo-ferro Fosfatado”, el refresco que bebían los poblanos en los 40

Para principios de 1930 se construyó la fábrica en la Colonia Humboldt, que era casi toda la manzana, donde se construyeron pozos artesanales para su producción.

La Imperial funcionó hasta 1959, cambiando su giro a las aguas de mesa Ozonopura y Ultra Pura, hasta 1970 que cerró sus puertas.

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