Los poblanos pueden sentirse muy orgullosos por varias razones, ya sea por el papel que ha desempeñado a lo largo de diversos movimientos históricos, por su patrimonio, por su comida o por su cultura.
Uno de esos grandes orgullos, y que probablemente pocos saben, es que el 9 de septiembre fue declarado como el Día de la China Poblana.
Fue en el 2013 cuando el Cabildo del Ayuntamiento de Puebla avaló la declaratoria para que a partir de ese año, cada 9 de septiembre se realicen desfiles, actividades artísticas y culturales en honor de este símbolo mexicano.
Fueron los vecinos de la colonia Adolfo López Mateos quienes desde 2009 comenzaron a trabajar en este tema y con el paso del tiempo conformaron el Comité Pro-Día de la China Poblana y poco después se acercaron con los regidores Miriam Mozo Rodríguez y Marcelino León Ochoa para presentar la iniciativa.
De acuerdo con distintos documentos, la China Poblana fue una mujer proveniente de la India, quien era esclava y respondía al nombre de Mirra, pero otros refieren que era una princesa de Filipinas que fue secuestrada por piratas portugueses y la vendieron en Veracruz.
Una familia de españoles aristócratas la compraron y la trajeron a Puebla, donde finalmente se asentaron y le dieron el nombre de Catarina de San Joan o San Juan, como parte de la época virreinal.
Al respecto, el historiador y antropólogo, Eduardo Merlo Juárez, avaló la importancia del decreto autorizado en Cabildo debido a que se trata de un reconocimiento a un ícono de los poblanos que no se había tomado en cuenta pese a su importancia.
Para el arqueólogo, en su programa de radio que transmite todos los sábados, este día es únicamente de la China Poblana y se debe omitir el nombre de Catarina de San Juan.
“Que bueno que le hacen homenaje a la China Poblana, el problema es que en la declaratoria del Ayuntamiento metieron la pata, porque dijeron que era el Día de la China Poblana Catarina de San Juan. Se están refiriendo a la mujer que vino de la India, que se sentía monja y que se vestía como monja y toda su vida se vistió como monja, de color negro, desde el cuello hasta el suelo”, comentó.
Explicó a la audiencia que la mujer, que era una esclava, también lucía un rebozo en la cabeza y esta prenda también era de color negro, porque ella quería ser monja, pero no podía porque había sido una esclava, por lo que ella nunca usó una falda de lentejuela y nunca usó una blusa bordada de chaquira.
Merlo Juárez mencionó que las jóvenes poblanas del siglo XVII, que no pertenecían a la aristocracia ni a los indígenas, sino que eran mestizas, lo que podrían hoy considerarse mujeres de clase media, comenzaban a tener un poco más de libertad y utilizaban como moda enchinarse el cabello, dejando atrás las trenzas.
Estas mujeres también aprovecharon la mercancía que venía del oriente y compraban las telas que vendían en los cajones de ropa, les ponían lentejuelas o aplicaciones a las faldas y a las enaguas o fondos que estaban bajo la falda, les ponían encajes rojos, por eso se llamaban “enaguas de punta enchilada”.
“El escándalo de ese vestido es que no arrastraba al suelo, sino que quedaba un poco arriba y deja ver un poco de la piel del pie. Para esos tiempos, eso era un atrevimiento y para colmo, se ponían unas blusas bordadas de chaquira que venían de muchas partes de México, pero principalmente de San Gabriel Chilac y el escándalo era que las blusas tenían un escote que se llamaba 'válgame Dios' porque dejaba ver más de lo que se debía”, comentó.
El arqueólogo añadió que las mujeres mestizas poblanas, no vestían así todos los días, sino los días de fiesta y por eso llamaban mucho la atención los días domingo cuando vendían aguas frescas u otro tipo de productos.
Añadió que el vestido de la China Poblana de Puebla es el traje nacional para las mujeres, como el traje de charro de Jalisco lo es para los hombres.
Detalló que hay muchos trajes regionales y todos muy bonitos y algunos muy elegantes, pero fue en 1896 cuando se convocó a la Feria Internacional de Sevilla, España, y se pidió que todos los países de habla hispana fueran a esta feria y mostraran el traje nacional.
Entonces el presidente de México era Porfirio Díaz y fue quien recibió la invitación, por lo que pidió a su asesor y amigo Pedro Rincón Gallardo, quien era uno de los charros de Jalisco de amplia fama, que le dijera cuál era el traje nacional de México.
Rincón Gallardo le dijo que no había tal traje, así que propuso que para los hombres fuera el traje de charro de Jalisco, porque él era charro, y para las mujeres propuso el traje de la China de Puebla, por considerarlo como uno de los más bonitos. Así fue como representaron a México en España.
El también investigador pidió que alguien le haga caso y rectifiquen la declaratoria que hizo el Cabildo del Ayuntamiento de Puebla para el 9 de septiembre y quede solo como el Día de la China Poblana.