Degustar de la cuba libre es remontarse al ron que tuvo presencia en el municipio de Izúcar de Matamoros, Puebla, donde estuvo instalada por seis décadas la destilería de Bacardí y compañía.

Fue en 1956 cuando la fábrica se instaló, en el kilómetro 195 de la carretera federal Izúcar de Matamoros-Atlixco, rodeado de cultivos de caña de azúcar, perteneciente a la junta auxiliar La Galarza.

Bacardí, el ron que tuvo su historia en Puebla
Bacardí, el ron que tuvo su historia en Puebla

Imagen de la planta de Bacardí en 2016 | Foto: Es Imagen

En un inicio no hubo estabilidad, al ser la primera destilería de la marca fuera de Puerto Rico, pero fue después de la década de los 80’s cuando sus cerca de 200 trabajadores disfrutaron de la estabilidad laboral.

Para instalarse en una extensión territorial de 30 hectáreas, la firma Bacardí compró al señor William Jenkins el casco de la Hacienda del Espíritu Santo Tatetla, para ahí instalar su planta de fermentación y destilación.

Bacardí, el ron que tuvo su historia en Puebla
Bacardí, el ron que tuvo su historia en Puebla

Un empleado realiza trabajos en la planta de Bacardí previo al cierre de sus instalaciones en 2016 | Foto: Es Imagen

Esta hacienda azucarera fue una de las primeras de la región, y tenía una producción por zafra de 10 mil arrobas de azúcar.

En la construcción del siglo XVII, rodeada por exuberantes campos de cultivo de caña, a una altura de mil 400 metros sobre el nivel del mar, Bacardí instaló tanques de almacenamiento con capacidad de 230 mil litros cada uno.

La belleza arquitectónica de la hacienda, junto con la modernizada con la que contaban para el proceso de fermentación y destilación, eran un imán que atraían a propios y extraños.

Incluso, los recorridos de grupos de estudiantes eran constantes pues podían conocer paso a paso el trabajo que se llevaba a cabo en esta planta.

Los tanques de almacenamiento, una estación de gas, una capilla, oficinas, alberca y otros espacios aún se mantienen en la hacienda, marcados por el óxido y las consecuencias del paso del tiempo.

La exuberante naturaleza y el agradable clima que ofrece la localidad en el verano, sirvió para que en parte de las áreas libres se filmaran comerciales, se hicieran reuniones de trabajo, eventos de equipos de ventas, renta para eventos como bodas, y para las vacaciones de los hijos o familias de los administradores.

También se conservan los edificios de la casa principal de la hacienda, los corredores y sus arcadas, los patios, los torreones de vigilancia y la capilla, todo de la época colonial, con unas estructuras de metal propias de la destilería.

La bonanza que Bacardí generó en la zona fue tal, que un obrero podría ganar 2 mil 800 pesos a la semana, y cuando recibían el reparto de utilidades era superior a los 100 mil pesos.

Sin embargo, en redes sociales se puede leer que parte de esas exigencias de la sección 17 del Sindicato de Trabajadores de la Industria Alcoholera fueron parte del ocaso de la marca en Izúcar de Matamoros.

Es en el año 2000 cuando comienza a darse los primeros cambios, con el argumento que la fábrica deja de ser destilería para solo quedar como centro de distribución del ron.

Cuatro años después se dan los primeros despidos de personal y a encender las alertas para las familias poblanas, quienes quincena tras quincena vieron la disminución de las plazas laborales.

En agosto de 2016 Bacardí liquidó a todos los trabajadores con el argumento de una modernización en la fábrica, la llegada de nueva tecnología y la capacitación del personal que sería recontratado, pero no fue así.

El ron Bacardí sigue, ahora desde su planta en Cuautitlán Izcalli, México, y en febrero de 2022 la marca cumplirá 161 años de creación y 91 años de tener presencia en México.

Durante este tiempo, el ron Bacardí, en sus diferentes ediciones, ha formado parte de las festividades de los mexicanos, de los momentos especiales o para amenizar un encuentro de amigos o familiares.

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