El volcán Iztaccíhuatl, también conocido como la "Mujer Dormida", es uno de los volcanes más icónicos del país junto al volcán Popocatépetl, formando parte de nuestra cultura e historia.

Aunque está actualmente “dormido”, también ha tenido periodos de gran actividad.

El nombre "Iztaccíhuatl" proviene del náhuatl y significa "mujer blanca", debido a que su forma se asemeja a una mujer acostada cubierta de nieve.

Este volcán se encuentra en la Cordillera Neovolcánica, entre los estados de México y Puebla, y su altura oficial es de 5 mil 230 metros sobre el nivel del mar.

A diferencia del Popocatépetl, el Iztaccíhuatl no ha tenido actividad significativa en la era moderna. Evidencia recolectada por especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) indican que la última vez que tuvo una erupción importante fue en 1868.

De acuerdo con algunas crónicas, el 20 de julio de 1868, alrededor de las diez de la mañana, se oyó un fuerte ruido en la montaña Iztaccíhuatl.

En cuestión de un instante, algunos pobladores notaron que el volcán se cimbraba, para luego, en la parte más elevada, saliera aire con peñascos.



La expulsión de material provocó que en las faldas diversos arboles terminaran siendo arrancados, además de estar acompañados de aguas azufrosas de color oscuro.

Desde entonces, no se ha registrado ninguna actividad volcánica en el Iztaccíhuatl. Aunque no representa un riesgo para los habitantes de Puebla y el Estado de México, en la actualidad, su carga cultural e importancia histórica siguen siendo innegables.

La leyenda de los volcanes, que involucra tanto al Iztaccíhuatl como al Popocatépetl, ha dejado una huella profunda en la cultura mexicana. Además, la "Mujer Dormida" ha sido objeto de interés para arqueólogos y entusiastas del México antiguo.

Aunque no hemos sido testigos de su actividad volcánica, el Iztaccíhuatl sigue siendo un símbolo de la riqueza geológica y cultural de México. Su majestuosidad e historia continúan cautivando a académicos y pobladores.

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