Ser repartidor de alimentos en bicicleta es una oportunidad de empleo y de ganar dinero extra, pero también representa peligro.

Ignacio Espino, se dedica a esta actividad desde hace dos años y diariamente corre el riesgo de ser asaltado o de sufrir un accidente porque la red de ciclovías en la ciudad es insuficiente.

Además, debido a la proliferación de este servicio durante la pandemia, las ganancias disminuyeron.

Él también es fotógrafo independiente y profesor en una universidad. Entró a la plataforma Uber Eats por recomendación de su hermano para ganar dinero extra y combinarlo con su gusto de andar en bici.

“Sí, precisamente una de mis intenciones principales de entrar y participar en el reparto en bicicleta fue mi gusto por la misma, quería conseguir condición y tener un pretexto para andar por la ciudad, y me funcionó … Me di cuenta que no se ganaba tan mal, para alguien que de repente no tiene trabajo y necesita tener algún ingreso, está bastante bien”, dice a El Universal Puebla.

Entrar fue fácil, a excepción de los trámites ante el Servicio de Administración Tributaria. Registró sus datos en la aplicación, le dieron la mochila de reparto y la casaca fluorescente, lo cual pagó después de hacer varios viajes, y comenzó a recibir pedidos.

Al principio, por viaje ganaba hasta 30 pesos y con 10 viajes era suficiente para llevarse hasta 300 pesos al día. Pero ahora, con la contingencia sanitaria, en traslados cortos gana 18 pesos y en largos sólo 26 pesos.

Entre peligro y demasiada competencia, la vida cotidiana de un repartidor de comida
Entre peligro y demasiada competencia, la vida cotidiana de un repartidor de comida

Hasta ahora, algunas de las experiencias gratas que ha tenido es que algunos clientes le ofrecen comida, refrescos o agua y propinas generosas, como la de 150 pesos que recibió en una ocasión.

Por el contrario, una de las peores experiencias fue el día que el pedido no iba bien sellado, se derramó y le dieron una mala calificación en la aplicación.

Por problemas como éste, los repartidores pueden ser dados de baja.

“Si tú me preguntas cómo puedes dañar a un repartidor, es darle una mala calificación.  Las estrellas son importantes para nosotros, nos califican como si fuera un examen. Una mala calificación implica que la aplicación te va a empezar a llamar la atención y si bajas de calificación puede llegar el momento de que te pueden dar de baja”, explica.

Aunque no le ha sucedido, relata que sus amigos cercanos dedicados también al reparto han sufrido asaltos, en los que les quitan el celular, las motocicletas y bicicletas.

Entre peligro y demasiada competencia, la vida cotidiana de un repartidor de comida
Entre peligro y demasiada competencia, la vida cotidiana de un repartidor de comida

En una ocasión que asaltaron a uno de sus compañeros, varios de los repartidores acudieron al lugar para buscar al ladrón y esa acción, logró contener los robos.

“La verdad es que se corre demasiado riesgo porque (la aplicación) te lleva a cualquier lado, y tú no puedes decidir a dónde te va a llevar, tú haces el pedido y si tu colonia es peligrosa, ni modo, nosotros tenemos que hacer la entrega”, agrega.

A esto se suma un riesgo más: el ser ciclista en una ciudad, que aún no está hecha para andar en bicicleta por falta de infraestructura.

“Como ciclista que soy, aparte del reparto, yo me traslado en bicicleta para todos lados y la ciudad no está hecha para los ciclistas desafortunadamente. Hay pocos tramos de ciclovía… no nos sirven”, lamenta.

Considera que las ciclovías existentes en la ciudad, sobre todo las del Centro Histórico, son útiles pero sólo para el turismo, no para quienes se trasladan a diario en bicicleta o se dedican al reparto de alimentos.

“Todo el tiempo estás corriendo peligro, todo el tiempo tienes que estar atento a que el camión no te atropelle. La verdad es que andar en bici por la calle es un peligro. Puebla no está hecha para los ciclistas urbanos”.

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