Puebla de los Ángeles fue fundada en 1531. Gracias a su ubicación estratégica, durante la época virreinal, Puebla llegó a ser la segunda ciudad en importancia de la Nueva España, de acuerdo con el Archivo General Municipal.
En 1575, por órdenes del Rey Felipe II de España ordenaron la construcción de lo que hoy en día es considerado uno de los recintos religiosos más bellos de México.
La construcción de la Catedral de Puebla se distribuyó en tres periodos: de 1575 hasta 1639; de 1640 hasta su consagración en 1649 y desde 1650 hasta la finalización de la torre sur en 1768.

Antes de que se terminara de construir en su fachada, se le colocó el escudo español del reinado de Don Felipe IV, quien fue Rey de España y las Indias de 1621 a 1665, periodo en el que se terminó la obra y se le dedicó el templo.
De acuerdo con “La Legislación Mexicana” de Manuel Dublán y José María Lozano, era una costumbre colocar el escudo de la Corona Española en todos y cada uno de los edificios públicos construidos en la Nueva España, no sólo en templos, palacios o colegios, sino también en todas las obras que el Virrey mandaba a construir.
Esta costumbre tiene sus orígenes en la España medieval, ya que era una forma de marcar los logros que familias, condados, marquesados y la colonia iban logrando.
Sin embargo, de acuerdo con los historiadores, una vez decretada la consumación de la Independencia, se ordenó quitar todos los escudos de la Corona Española, estuviesen dónde estuviesen, como en la Catedral Metropolitana de México, el cual fue sustituido por el escudo de la nueva Nación que ya tenía por nombre México.
A pesar de ello, algunos lugares se salvaron o en su defecto, los siguieron colocando aún después.
Uno de los que pasaron por desapercibidos en los tiempos de la independencia fue el de la catedral de Puebla.
Actualmente, la catedral poblana es uno de los sitios más emblemáticos de la ciudad, considerada Patrimonio Cultural en 1987 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).