La ceremonia del Grito de Independencia que se realiza cada noche del 15 de septiembre, lo mismo desde Palacio Nacional que desde las sedes de los gobiernos estatales, municipales y juntas auxiliares, si bien debe seguir un protocolo en términos legales, no está normada del todo.

Ello ha dado pie a que algunos presidentes municipales cometan errores que han sido criticados ampliamente.

El más destacado de ellos fue el cometido por el entonces presidente municipal de Izúcar de Matamoros, Manuel Madero González, quien en 2014 portó la banda tricolor en el pecho durante la ceremonia oficial.

Aunque no ha sido el único en incurrir en esa falta, pues en diferentes momentos también lo hicieron el edil de San Salvador el Seco, José Román Bartolo Pérez; en Tlaxcala, el alcalde de Tetla de la Solidaridad, Javier Hernández Mejía y en Guerrero, el presidente municipal de Benito Juárez,  Nicolás Torreblanca García.

Con ello, mostraron su falta de conocimiento y asesoría, pues la banda tricolor con el águila bordada sólo puede ser utilizada por el presidente de la República, como lo establece el artículo 34 de la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno nacionales.

También el contenido de la tradicional arenga ha sido ampliamente cuestionada por los asistentes, toda vez que no sólo se incluye a los héroes que nos dieron patria y libertad sino a los personajes que considera el personaje político.

En términos normativos, el gobierno federal sólo define el protocolo que debe prevalecer en la ceremonia conmemorativa, pero no existe una norma oficial que defina con claridad el lugar ni la forma como debe desarrollarse la ceremonia.

Ello ha permitido que el presidente en turno opte incluso por dar el grito en Guanajuato, como lo hizo Felipe Calderón en 2010.

Al respecto, un Grito que llamó la atención en el pasado reciente fue el protagonizado desde un penal, en 2019, por Manuel Miranda Gallegos, como presidente municipal electo de Amacuzac.

Uno que fue criticado por la arenga en 2016, fue el presidente municipal de Macuspana, José Eduardo Rovirosa Ramírez, quien  se incluyó a sí mismo en los tradicionales ¡Vivas!

Sin dejar de lado el lado anecdótico y chusco, en donde se ubica el presidente municipal de Mineral del Monte, Hidalgo, Jaime Soto, a quien en 2016 se le cayó la bandera tras ondearla desde el balcón.

Faltas como esas, han dado pie a que se busque adicionar el artículo 9 de la Ley sobre el Escudo, La Bandera y el Himno nacionales, a fin de establecer una norma a que deban ceñirse todos aquellos que den el Grito nacional.

En marzo de 2010, el entonces senador Ángel Aguirre Rivero presentó una iniciativa para  adicionar a la referida Ley, un Artículo 9-A.

La iniciativa establece: “se propone adicionar un artículo 9 A a la Ley, en el que se detalla el protocolo que deberán seguir los titulares de las administraciones públicas en esa ceremonia, como representantes de la población en los municipios, las delegaciones políticas (en el caso del Distrito Federal), los estados integrantes del pacto federal y del país en su conjunto, respectivamente”.

“Esta ceremonia no está considerada en la Ley, por lo que el acto se circunscribe a las directrices que marca el momento político, la tradición cívica y una vaga interpretación de la propia Ley”, señala.

En su página oficial, el Gobierno de México, se publica el protocolo del Grito de Independencia, el cual es el siguiente:

“¡Mexicanos!

¡Vivan los héroes que nos dieron patria!

¡Viva Hidalgo!

¡Viva Morelos!

¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez!

¡Viva Allende!

¡Viva Aldama!

¡Viva la independencia Nacional!

¡Viva México!, ¡Viva México!, ¡Viva México!”

Pero a fin de cuentas, a la hora de dar el Grito, la historia ha demostrado que cualquier protocolo queda superado.

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