El acuífero del Valle de Puebla es la principal fuente de agua potable en la zona metropolitana de la ciudad, donde se registra una sobreexplotación por parte de la industria.

Ello se debe a que hay cerca de diez mil industrias en la zona de San Martín Texmelucan, Huejotzingo, Cholula, Puebla y Tlaxcala.

Datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) señalan que el volumen de aguas subterráneas concesionado actualmente en la unidad hidrogeológica del Valle de Puebla es de 285.5 millones de metros cúbicos.

En cuanto a distribución, el mayor porcentaje, 59.2 por ciento, se destina al uso público urbano. Le sigue con 29.6 por ciento el uso agrícola, 10.3 por ciento para la industria y menos del 1 por ciento a otros usos.

Los porcentajes dan muestra que gran parte del agua la empleamos en nuestras casas, lo cierto es que por habitante en México se consumen cerca de 360 litros por día, mientras que la industria ocupa miles de millones de litros para la elaboración de los productos que requerimos para comer, vestir, trabajar o disfrutar.

La mayor cantidad del agua que ocupamos se encuentra en los productos y servicios que a diario utilizamos, lo que representa el 96 por ciento de agua y solo el 4 por ciento restante es para nuestras actividades diarias.

Para comprender tal porcentaje existe el concepto de huella hídrica, que toma en cuenta toda el agua de la que de alguna manera nos apropiamos para nuestras actividades y con lo que alteramos el ciclo de este recurso en el planeta.

Esta huella aplica a productos, regiones, organizaciones o personas y puede referirse a la producción o al consumo.

El concepto de la huella hídrica  representa el cálculo de la cantidad total de agua que se requiere para obtener un producto, desde el cultivo, crecimiento, procesamiento, fabricación, transporte y venta.

Como ejemplo, para obtener un kilo de tela de algodón se requieren 10 mil 800 litros de agua. De esa cantidad, 45 por ciento representa el agua para riego consumida por la planta de algodón, 41 por ciento es lluvia que se evapora del campo de cultivo durante el periodo de crecimiento, 14 por ciento es necesaria para diluir el líquido residual que resulta del uso de fertilizantes en el campo y de sustancias químicas en la industria textil.

Para el blanqueamiento de la tela se requieren aproximadamente 30 mil litros de agua por tonelada de algodón y para el teñido de la tela 140 mil litros por tonelada.

De esta manera, una playera de algodón, con un peso aproximado de 250 gramos tiene una huella hídrica de 2 mil 700 litros.

Lo mismo ocurre con el azúcar. Para obtener un kilo de azúcar refinada se requieren alrededor de mil 500 litros de agua.

Para Una barra de chocolate de 100 gramos se ocuparon 2 mil 400 litros de agua.

Para una taza normal de café de 125 mililitros se ocuparon mil 100 gotas de agua.

Una taza de té de 250 mililitros requirió de 30 litros de agua.

Para producir 200 kilos de carne de res de ocupa 3 millones 100 mil litros de agua. Para un kilo de carne sin hueso requirió de 15 mil 300 litros de agua en promedio.

Otros ejemplos son:

1 papa (100 g): 25 litros de agua

1 manzana (100 g): 70 litros

1 jitomate (70 g): 13 litros

1 naranja (100 g): 50 litros

1 rebanada de pan (30 g): 40 litros

1 rebanada de pan (30 g) con queso (10 g): 90 litros

1 huevo (40 g): 135 litros

1 bolsa de papas fritas (200 g): 185 litros

1 hamburguesa (150 g): 2 mil 400 litros

1 vaso de cerveza (250 ml): 75 litros

1 vaso de leche (200 ml): 200 litros

1 copa de vino (125 ml): 120 litros

1 vaso de jugo de manzana (200 ml): 190 litros

1 vaso de jugo de naranja (200 ml): 170 litros

1 par de zapatos (piel de bovino): 8 mil litros

1 hoja de papel A4 (80 g/m2): 10 litros

1 microchip (2 g): 32 litros

El Programa de Apoyo al Desarrollo Hidráulico de los Estados de Puebla, Oaxaca y Tlaxcala, elaborado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), destaca que los acuíferos del Valle de Tecamachalco, de la cuenca río Atoyac; y el de Tepalcingo-Axochiapan, de la cuenca río Amacuzac se encuentran sobreexplotados.

Además de la sobreexplotación, Puebla presenta casos graves de contaminación en los ríos Atoyac y Alseseca, que resultan de las descargas de aguas residuales provenientes de las principales actividades económicas como los servicios.

En ese sentido destaca la importancia de supervisar el funcionamiento adecuado de las plantas tratadoras de agua que todas las industrias deben cumplir y evitar descargas ilegales a los afluentes.

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