Una enigmática vivienda que es conocida como la Casa del Diablo se encuentra en San Luis Tehuiloyocan, población de San Andrés Cholula.

Esta pequeña casa pasó desapercibida durante siglos, pero las investigaciones del Dr. José Antonio Terán Bonilla revelaron el pasado de la construcción, cuya historia se relaciona con la práctica de misas negras y el culto a Satanás.

Sobre esta casa, José Antonio Terán Bonilla, investigador del escribió un libro en los que detalla la iconografía de esta vivienda que data de 1760.

El descubrimiento de la Casa del Diablo ocurrió en 1979, cuando Terán Bonilla trabajaba en un proyecto de rehabilitación de la plaza pública de San Luis Tehuiloyocan y la restauración de su Vía Crucis.

El investigador y doctor en Arquitectura por la UNAM se enteró de la existencia de una extraña casa en la zona, la cual había fungido como una “capilla privada” según la versión de un sacerdote local.

Terán Bonilla supo que se trataba de una construcción atípica al conocer el inmueble.

La fachada exterior es similar a las de otras casas del pueblo, pero al pasar el pórtico, la fachada interior tiene una serie de figuras inusuales para la época.

Se trata de un mural fechado en 1760, el cual estuvo policromado y del que permanecen figuras y/o inscripciones elaboradas con la técnica del mosaico con alineamientos de pequeñas piedras.

La Casa del Diablo. Así es la construcción en Cholula donde se hacían cultos satánicos
La Casa del Diablo. Así es la construcción en Cholula donde se hacían cultos satánicos

Dichas figuras “llevan sombrero rematado por una cruz. Ante cada animal hay algo que sugiere un altar y encima un recipiente en llamas. Todo ello aviva la idea que se trata de un ritual, máxime que debajo de ambas figuras se aprecia un doble círculo con seis puntos, atributo asociado a la celebración de la misa negra”.

La Casa del Diablo. Así es la construcción en Cholula donde se hacían cultos satánicos
La Casa del Diablo. Así es la construcción en Cholula donde se hacían cultos satánicos

Debajo de uno de los monos aparece una inscripción en castellano que alude a la Inmaculada Concepción de la Virgen.

El doctor Terán detalla en su obra que: “La presencia en el mural de los anagramas de Jesús y José, los templos, la barca, los símbolos de la Pasión, los ciervos, etcétera, se explica porque esas imágenes eran imprescindibles en los rituales diabólicos para profanarlas de manera burlona”.

Además, en las vigas del techo de la casa aparece inscrita a la inversa la oración del Magnificat, lo cual es característico en el culto satánico.

Con todos estos elementos, José Antonio Terán deduce que el autor intelectual del mural debió ser un profesional de la magia o por lo menos semi ilustrado en ella.

Otro aspecto a tomar en cuenta dice Terán Bonilla, es el referente a la orientación del inmueble, de modo que se planeó de forma deliberada hacia el poniente, contrario a lo que marca el catolicismo.

Lo anterior es uno de los motivos por los que el arquitecto piensa que la misteriosa casa de Tehuiloyocan es una contraposición al santuario de Santa María Tonantzintla, el cual sí se diseñó bajo las indicaciones de orientación y planta arquitectónica sugerida por los liturgistas y vigentes durante el periodo barroco.
La guarida del Diablo en Cholula

No se sabe cuándo dejó de funcionar la Casa del Diablo como sede de misas negras.

Sobre quién podría haber ordenado su construcción, el investigador egresado de la BUAP señala en su obra que:


“Aunque no dispongamos de pruebas directas, es evidente que, en el último tercio del siglo XVIII, se reunían en el pueblo de Tehuiloyocan una secreta y bien trabada comunidad de adeptos de Satanás, principalmente integrada por criollos de la región de Cholula, en quienes residía el poder económico y político, los cuales –como solía ocurrir– estarían en comunicación con algunos indios hechiceros para beneficiarse de sus antiguos saberes mágicos y herbolarios”.

Y añade que “el aislamiento del poblado y la fidelidad que mantendrían los miembros de esa sociedad secreta explican que hasta ahora –a más de dos siglos de su construcción– nadie hubiera reparado en aquella casa de inocente aspecto exterior pero expresamente construida para servir de  emplo o morada del Diablo”.

Con información del INAH y Unión Puebla

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