Lo que comenzó para Laura Cortés como una tarea administrativa en el negocio de su esposo, se convirtió en su oficio, el cual sigue siendo poco usual para las mujeres.

En una de las colonias de Puebla se encuentra la talachería “El Pulgarcito”, donde todos los días Laura abre sus puertas para atender a los poblanos que sufren alguna avería en sus neumáticos al circular por las calles de la ciudad.

Esta actividad la realiza desde hace 30 años y comentó que todo inició cuando decidió acudir al negocio de su esposo para generar las facturas del día.

Jamás se imaginó que en poco tiempo ella también movería el gato hidráulico, llave de cruz y hasta la vulcanizadora.

Dijo que ante la alta demanda de clientes y el gusto por conocer del oficio, comenzó a reparar las llantas de los clientes que llegaban al negocio.

Con falda o vestido y un mandil, la mujer de poco más de 55 años se apoya de pinzas para sacar un clavo, un tornillo o una grapa de la llanta.

“Se resiste”, dijo al mismo tiempo que inyectó fuerza y maña para sacar el pequeño objeto del neumático, y pasar al siguiente paso, porque el tiempo apremia y los clientes no esperan.

 

Laura, entre llantas, aceite y herramientas, es una de las pocas mujeres que poco a poco se abre camino en un oficio regularmente ejercido por hombres.

También están los casos de María Elena González, en Zacatecas; Laura Elena Castro, en Sonora y María Corrales Romero, en Guadalajara.

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