El reciente hallazgo de un huachitúnel en las inmediaciones de la Central de Abasto de Puebla, que conectaba una toma clandestina con un local desde donde se extraían productos de Petróleos Mexicanos (Pemex) de manera ilícita, obliga a revisar el tema.
En el territorio poblano, hay otros casos similares del uso de túneles por parte del crimen organizado.
En junio de 2020, en San Martín Texmelucan, Puebla, localizaron un túnel clandestino utilizado para el robo de combustible.
El hallazgo se ubicó en el poblado de La Purísima y de acuerdo con estimaciones se habrían extraído hasta mil 265 barriles diarios de combustible.
En el operativo tomaron parte elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Secretaría de Marina (Semar) y la Guardia Nacional.
En octubre de 2021, en un rancho de la localidad de San Bartolomé Coscomaya, Quecholac, se localizó un túnel con aproximadamente 50 metros de longitud, profundidad de 10 metros, aún en proceso de excavación.
En junio de 2019, las autoridades descubrieron un túnel que era usado por grupos criminales para desmantelar y esconder unidades de carga.
En el operativo tomaron parte elementos de la entonces Policía Federal y de la Agencia Estatal de Investigación (AEI).
El túnel se encontró a un costado de la autopista de cuota, a la altura del municipio de Tecamachalco.
Por otra parte, se especula que, en la zona conocida como el Triángulo Rojo, de acuerdo con denuncias sociales, los ductos de Pemex que trasladaban combustible en el tramo Minatitlán-México, que se encuentran en desuso, y atraviesan por esa zona serían empleados por grupos criminales para ocultar mercancía.
Ello, a partir de que en la zona se ha incrementado el robo a transportistas y los ductos vacíos servirían para almacenar los productos hurtados.