Erick Contreras, de 26 años, aún tiembla al recordar la escena. Como comerciante de tenis por pedido, suele viajar dos veces por semana a la Ciudad de México para surtirse, pero el viaje del miércoles 10 de septiembre no lo olvidará nunca, pues pensó que “su hora había llegado” tras presenciar la explosión de la pipa de gas LP en el .

El pasado viaje parecía rutinario: salió de la terminal de San Martín Texmelucan a las 13:20 horas. Una hora después, estaba frente a una nube de gas que en segundos estalló en el puente de la Concordia, en Iztapalapa, en la Ciudad de México.

El instante en que todo cambió

“Yo iba distraído en el teléfono, con los audífonos puestos, cuando el chofer frenó de golpe. Me pegué con el asiento de adelante y, al voltear, vi la nube densa debajo del puente. Segundos después escuché la explosión. Eran las 14:20 horas -según vi en mi celular- y las llamas comenzaron a expandirse hacia todos los lados”, narró Erick en entrevista a El Universal Puebla.


Lo que siguió fue una imagen que jamás se borrará de su memoria: conductores que corrían para salvarse, algunos envueltos en fuego, cuerpos quemados que se retorcían en la tierra por el dolor o para apagar el fuego de su cuerpo, así como ver a una pareja con la espalda desnuda y quemada que caminaban sobre la carretera.

La calma en medio del caos

Erick viajaba con siete pasajeros más en un autobús Estrella Roja, de los cuales dos eran adultos mayores y el resto hombres entre 20 y 30 años de edad; no había niños.

Reconoció que el conductor de la unidad supo mantener la calma y siempre les transmitió confianza. Gracias a que frenó a tiempo y no avanzó es que no fueron alcanzados por las llamas.

“Adentro del autobús teníamos clima, esta fresco, pero en cuanto ocurrió la explosión a los pocos minutos comenzamos a sentir bastante calor. Dentro del autobús lo único que pasamos fue sentir mucho calor y el susto que nos llevó por este accidente”, comentó.


Dentro de la unidad, una mujer de la tercera edad entró en crisis y pidió bajar, pero al abrir la puerta, el calor era insoportable. Decidió no salir y volvió a su asiento. “Ahí nos dimos cuenta de que el interior del autobús era más seguro que la calle”, recordó Erick.

“Hablé con mi familia pensando que era el final”

Apenas habían transcurrido unos minutos, pero para el joven y el resto de los pasajeros el tiempo se les hizo eterno. Erick creyó que había llegado su última hora.

Intentó una videollamada con su padre y con su jefe, pero no obtuvo respuesta. Finalmente, uno de sus sobrinos contestó. “Pude mostrarle la explosión en vivo; justo cuando hablábamos se escucharon la segunda y tercera detonación”.

Mientras hablaba con su familia, el chofer maniobraba en reversa. Esa acción los alejó del epicentro y les permitió sobrevivir.

El joven poblano recordó que a las 14:45 horas comenzaron a llegar las primeras ambulancias y bomberos. Ya con más calma pensó que las vialidades seguirían cerradas, por lo que él junto con otros cuatro pasajeros decidieron bajar de la unidad y tomar su propio camino.

A las 15:00 horas Erick abordó un transporte colectivo que lo llevó a la Terminal de Autobuses de Pasajeros de Oriente (TAPO), realizó sus compras como lo tenía previsto y a las 17:30 horas ya estaba de regreso en la terminal para tomar su autobús de regreso a casa.

En la TAPO supo que fue otro autobús Estrella Roja, el que salió de la hacia la CDMX, el que resultó afectado y que se mira en videos de las redes sociales. Esa unidad salió minutos antes que la de San Martín Texmelucan.

“Cuando volvimos a pasar por el lugar de la explosión sentí terror. Aunque ya había llovido y el ambiente estaba fresco, el recuerdo del fuego seguía ahí”, confesó.


Llegó a su casa a las 20:00 horas. Su familia lo recibió con preguntas y palabras de aliento: “Por algo sigues vivo”. Desde entonces reflexiona sobre su propósito en la vida.

Erick reconoce que lo vivido lo marcó. Aunque ha podido dormir, cada ruido fuerte en la calle lo hace revivir la explosión. “Cuando escucho escapes de motocicletas, siento que otra vez va a estallar algo”, admite.

A pesar del miedo, Erick asegura que seguirá viajando a la Ciudad de México por cuestiones de trabajo. Sin embargo, ahora lo hace con otra visión, pues planea llevar víveres o donativos a las familias de los lesionados en los hospitales.

“Viví de cerca la tragedia y creo que mi misión es ayudar a quienes no tuvieron la misma suerte que yo”, confesó.


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