Sea por salud, por estilo de vida, por tendencias o novedad, en los supermercados existen secciones especializadas en presentar nuevos productos que destacan por la manera en que fueron elaborados.

Se trata de productos que en los empaques o etiquetas destacan ser bajos en sales, en grasas, que cuentan con altos valores de nutrientes, que fueron cosechados libres de contaminantes, que son orgánicos, que fueron obtenidos en lugares remotos de alguna parte del mundo, entre otros.

Otras de sus características que sobresalen es que sus costos son superiores en comparación con los mismos productos, pero que son obtenidos bajo los métodos de antaño.

Por ejemplo, en la cocina diaria las amas de casa han preparado sus alimentos con aceite de canola, el cual actualmente tiene un costo en el mercado de 44 pesos el litro.

En tanto, quienes le apuestan por una alimentación sustentable tienen la idea de alimentarse con mejores productos, por lo que prefieren usar aceite de coco, cuyo costo en el mercado es de 220 a 500 pesos en presentación de dos kilos.

Un frasco de mermelada de frutos rojos que fue obtenido por medio de la industrialización, en el supermercado puede tener un costo de 56 pesos, mientras que en la sección de productos orgánicos supera los 100 pesos.

Lo mismo ocurre en el caso de un empaque de café de un kilo, cuyo precio es de 110 pesos, pero si se trata de un grano sustentable el valor comercial es superior a los 600 pesos.

De acuerdo con comentarios en redes sociales, algunas de las razones por la que estos los alimentos son caros son:

-Su producción respeta los ciclos de la naturaleza

Es decir, los productores siembran y cosechan los alimentos como antes de la industrialización, respetando los periodos para poner las semillas en el campo y esperar los tiempos.

No hacer uso de químicos obliga que se contrate más mano de obra que esté pendiente del desarrollo de los productos, porque de no lograrse las pérdidas son cuantiosas.

-Ley de Oferta y Demanda

Por tratarse de alimentos no industrializados, el volumen que se obtiene es menor, lo que lo hace insuficiente para satisfacer a una parte de la población que va aumentando porque sigue estas tendencias hacia una alimentación saludable.

-Certificación orgánica

Para poder etiquetar un producto como orgánico, los productores deben contar con un certificado que respalde que efectivamente se trata de un alimento sustentable y libre de químicos.

Las certificadoras cobran una tarifa para expedir los permisos a los productores, quienes previamente deben reunir una serie de requisitos sobre sus procesos de siembra, cosecha, empaque, transporte y comercialización, entre otros.

-Costos mayores para cubrir pérdidas

Debido a que los agricultores orgánicos no utilizan químicos sus pérdidas son mayores, lo que le cuesta al agricultor más y aumenta el coste para el consumidor.

Lo mismo ocurre en los productores de huevo o carnes, ya que los productores siguen estándares más altos de bienestar animal.

Además, los animales son alimentados con productos que no contienen químicos y no sufran estrés o maltrato durante su engorda o sacrificio.

En estas nuevas tendencias, además de alimentos orgánicos, existen consumidores que siguen dietas libres de gluten.

La dieta consiste en eliminar de forma tajante los productos que contengan o se cocinen con trigo, centeno, cebada y avena, en cualquiera de sus variedades.

Algunos lo hacen bajo el argumento que este tipo de cereales les provoca malestar y han sido diagnosticadas con la enfermedad celiaca.

Cuando toman alimentos que contienen gluten, su sistema inmune responde y se produce el daño en la mucosa del intestino delgado, en consecuencia, altera la absorción de las vitaminas, minerales y demás nutrientes que contienen los alimentos, lo que puede desencadenar una mala alimentación.

Una tendencia más es la dieta keto, la cual consiste en alta ingesta de grasas y proteínas, pero baja en carbohidratos.

El nombre hace referencia a que es un modelo de alimentación cuyo objetivo es la creación de cuerpos cetónicos que son compuestos metabólicos generados en el organismo como respuesta a la falta de reservas de energía.

A este tipo de dieta se le atribuye como beneficios la pérdida de peso, menor riesgo de padecer algún tipo de cáncer, mejora la salud del corazón, mejores condiciones de salud en piel, uñas y cabello.

Sin embargo, no está recomendada para personas con enfermedades metabólicas, problemas de tiroides, riñón, hígado o páncreas, ni diabéticos.

En general, todas las dietas o regímenes de alimentación siempre deben ser consultados por un especialista y nunca por iniciativa propia de los consumidores, a fin de no poner en riesgo su propia salud.

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