La semana pasada, el gobierno federal informó sobre un decomiso histórico de drogas. De acuerdo con el subsecretario de Seguridad, Ricardo Mejía, se habrían incautado en un predio en Culiacán 542 kilogramos de fentanilo, además de cantidades muy importantes de metanfetaminas, cocaína, heroína y precursores químicos. 

Esa cifra necesita contexto. El fentanilo es cincuenta veces más potente que la heroína. En consecuencia, 542 kilogramos de ese opiáceo sintético equivaldría a 27.1 toneladas de heroína pura, una cantidad absolutamente descomunal, suficiente para cubrir más de la mitad del consumo de esa droga en Estados Unidos en 2016, según un estudio de la RAND Corporation. 

Dudo que esos 542 kilos sean de fentanilo puro. Más bien, se trata de la droga, mezclada en proporción desconocida con otras sustancias. Pero como sea, se trata de una cantidad significativa de droga. 

Y es una cantidad que permite ilustrar un punto muy importante sobre el tráfico de drogas ilícitas. 

Algo más de media tonelada de fentanilo cabría en 20 a 25 maletas de tamaño medio. Asumiendo (sin conceder) que esa cantidad representase 1% de la producción nacional, se requerirían 2,000 a 2,500 maletas para mover todo el fentanilo elaborado en México hacia EU. Dicho de otro modo, solo se necesitaría enviar 5.5 a 6.8 maletas por día, las cuales cabrían sin problema en dos a tres vehículos. 

Para poner ese número en perspectiva, cruzaron de México a EU casi 60 millones de vehículos particulares, no incluyendo transporte de carga. Eso equivale a más de 164 mil automóviles por día. Con cargar dos de ellos de fentanilo, se cubriría con creces toda la demanda del país vecino. 

Y eso sin considerar la posibilidad de enviar el producto mezclado entre los millones de contenedores que mueven el gigantesco comercio bilateral. O mandarlo por paquetería, revuelto entre los millones de envíos que cruzan la frontera cada año. Las posibilidades son casi infinitas cuando solo hay que mover seis maletas por día. 

Sin duda, mi cálculo puede estar errado. Muy errado. Por uno o dos órdenes de magnitud, incluso. Pero eso no cambia el punto fundamental: las autoridades están buscando algunas decenas de kilos de droga en un océano de millones de toneladas de intercambio lícito. Es más fácil sacarse la lotería que encontrarlos. 

En consecuencia, no hay manera de frenar el tráfico de fentanilo desde la oferta. Es demasiado fácil de producir y traficar. Tal vez se podrían poner algunos controles adicionales a los precursores, pero muchos tienen uso dual, lícito e ilícito. 

¿Cuál es la alternativa? ¿Legalizar el fentanilo? No: no se puede legalizar algo que ya es legal (en entornos clínicos). Pero los estadounidenses podrían abrir la puerta a sustitutos legales. 

Hoy tienen un problema grave con el fentanilo porque antes permitieron que sus médicos recetaran analgésicos opioides (como Oxycontin) como si fueran aspirinas. Al darse cuenta de que eso estaba creando una población dependiente, las autoridades dificultaron el acceso. El resultado fue que muchos usuarios se pasaron primero a la heroína y luego al fentanilo. Y empezaron a morir por miles. 

Tal vez sería momento de considerar revertir el proceso: facilitar el acceso y reducir el precio de analgésicos opioides para gradualmente sacar del mercado al fentanilo, en tanto se despliegan recursos suficientes de tratamiento. 

No es buena cosa tener un ejército de personas adictas al Oxycontin, pero es ciertamente preferible a que se jueguen la vida con fentanilo. Y para México, eso es sin duda menos fútil que andar persiguiendo una droga casi invisible. 


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