Ana Paula Ordorica

La DEA y Sheinbaum

Desde el caso Cienfuegos en 2020, México cerró la puerta a operaciones de agencias extranjeras con una reforma que limitó la actuación de agentes foráneos y les retiró inmunidades

20/08/2025 |08:15
Ana Paula Ordorica
Autor de opiniónVer perfil

Era evidente que la Presidenta saldría a desmentir a la DEA. Desde el caso Cienfuegos en 2020, México cerró la puerta a operaciones de agencias extranjeras con una reforma que limitó la actuación de agentes foráneos y les retiró inmunidades. AMLO calificó la detención del exsecretario de la Defensa como una intromisión inaceptable en los asuntos de México. Ese choque dejó cicatrices en la cooperación.

El 18 de agosto, la DEA difundió un comunicado sobre el llamado “Proyecto Portero”. Lo describió como una iniciativa bilateral para golpear a los operadores de los cárteles —los porteros de las rutas— y frenar el flujo de fentanilo hacia Estados Unidos, con un componente de entrenamiento e intercambio de inteligencia en la frontera suroeste. El lenguaje sugería un nuevo nivel de coordinación con México.

La respuesta de Claudia Sheinbaum fue tajante: no existe acuerdo alguno con la DEA. Explicó que lo único que ocurrió fue un taller en Texas al que asistieron cuatro policías mexicanos y subrayó que cualquier entendimiento se negocia con el Departamento de Estado, no con una agencia. La Presidenta aclaró que toda cooperación respetará la soberanía y que cada país operará en su propio territorio. No solo desinfló la narrativa del operativo conjunto, también marcó los límites institucionales.

Vale recordar que, a diferencia de su antecesor, el gabinete de seguridad de Sheinbaum, encabezado por Omar García Harfuch, ha buscado recomponer canales con Washington. Hemos visto extradiciones de alto perfil —incluida la de Rafael Caro Quintero en febrero— y reuniones constantes para coordinar acciones contra el fentanilo. Nada de eso elimina las fricciones históricas, pero sí perfilaba una etapa menos ríspida.

Y es que una cosa es darle un giro a la estrategia de seguridad de AMLO de “abrazos, no balazos” y otra es salir a admitir que hay nuevos abrazos, pero que estos son ahora con la DEA.

Por eso sorprendió el autogol de la DEA. Si “Portero” pretendía cubrir entrenamientos y flujos de información, venderlo como operación binacional fue innecesario y tóxico. En un país celoso de su soberanía y con Fuerzas Armadas empoderadas, las palabras importan tanto como los hechos: llamar operativo a un taller es encender alarmas de forma innecesaria.

Sheinbaum defendió su cancha y la DEA confundió el silbatazo de inicio con el gol. El riesgo es que los criminales aprovechen la distracción para seguir anotando. La tarea ahora es simple —aunque no sencilla—: menos ruido, más resultados; menos comunicados rimbom bantes, más casos armados. Porque si la cooperación tropieza en la forma, pierde en el fondo.

Sheinbaum busca un punto medio entre lo que hizo AMLO y su gobierno. Quiere reabrir válvulas útiles sin ceder control. Por eso insiste en un acuerdo con La Casa Blanca que fije principios —soberanía, respeto territorial y coordinación sin subordinación— y ordene los canales. En ese marco, “Portero” solo tendría sentido como intercambio de información y capacitación; la ejecución, cada quien en su cancha.

En la relación México–Estados Unidos las palabras son política pública. Exagerar un taller como operación conjunta desata desacuerdos. La ruta, que debería de entender bien la DEA, es discreción operativa, métricas compartidas y mensajes sobrios que no regalen el balón a los cárteles.

@AnaPOrdorica