Hoy por la noche, uno de los entrenadores al que poco mérito se le ha dado en los últimos semestres en el futbol mexicano tiene una cita vital en las aspiraciones de un club que, con muy poco, se mantiene peleando por algo para no terminar de desaparecer del mapa y ser desterrado del famoso grupo de los “grandes” de la Liga MX. Seguramente, tendrá una oportunidad para demostrar su capacidad en otro club, con otro tipo de estructura y con mayor poder económico, pero —por ahora— tiene que poner a los Pumas en la siguiente ronda de la Concachampions.

Los universitarios enfrentan al Saprissa de Costa Rica, con el que empataron a dos goles en el partido de ida, por los octavos de final. Mantener al equipo en este torneo confirmará que la labor de Lillini no es casualidad; de hecho, ya lo ha demostrado al llegar a una final y a una semifinal de Liga. Y aunque no ha podido levantarse con el título, lo que ha logrado es de resaltar.

Y no se trata de promocionar a  un entrenador, de querer quedar bien. Cuando un personaje de estos está haciendo las cosas correctamente, también se debe reconocer. Lo mismo sucede con Nicolás Larcamón y el Puebla. Estos dos entrenadores han demostrado lo que un director técnico puede y debe aportar a su club y a la Liga, no como los engañabobos por los que miles y miles de aficionados se rasgan las vestiduras, sin entender que lo que menos les importa a esos personajes son justamente ellos, los aficionados.

Nos hemos desgastado tanto y hemos dado tanto tiempo aire y tinta a Santiago Solari (que tiene ultimátum en América), Javier Aguirre (al que nadie quiere en Monterrey) y hasta a Marcelo Michel Leaño (que es un verdadero desastre), que se le ha dado poca atención a estos otros entrenadores que, con tan poco, han lucido. En esta misma categoría entra el campeón de México, Diego Cocca, con el Atlas.


Y puede ser que Lillini no gane nada con los Pumas, pero será innegable que ha sacado agua de las piedras, y eso seguramente será reconocido por algún otro club. Este hombre, además, tiene otra cualidad que ni los “grandes” entrenadores por los que discutimos tanto en los últimos días tendrán en algún momento de su carrera. Y es que puede seguir como estratega de un primer equipo o ser director de fuerzas básicas de cualquier institución. Esta última faceta debería ser mejor valorada y hasta mejor pagada a hombres que realmente valen la pena.

Esta noche, Pumas no debería quedar en la orilla de la Concachampions y en la Liga seguramente clasificará, o hasta peleará por uno de los cuatro primeros lugares, y ahí estará Lillini, quien con tan poco le ha dado clases a Solari, Aguirre y a algunos otros más, de cómo gestionar a su equipo y dejarse de pretextos baratos y poses estúpidas.

@gvlo2008
gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx

 
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