La propuesta del Partido Revolucionario Institucional (PRI)  para dotar de armas a la población en medio del clima de violencia que hay en el país es una burla.

Sobre todo, porque lo que sobran en el territorio nacional son armas y Puebla, por supuesto, no es la excepción.

Basta ver las estadísticas delictivas de la Fiscalía General del Estado para darse cuenta de que los homicidios son cada vez más violentos porque hay de por medio un arma.

En enero del 2022, 36 asesinatos se cometieron con un arma; en febrero, fueron 47; en marzo, se mantuvo en 47; en abril, la cifra subió a 49 y en mayo, aumentó a 59.

De los 398 homicidios dolosos cometidos en los primeros cinco meses, en 238 había un arma de por medio.

Así que en este clima es impensable que armar a los ciudadanos sea la solución a los problemas, sobre todo, teniendo el ejemplo de Estados Unidos al otro lado del río Bravo.

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Son de Tlaxcala la mayoría de los niños de otros estados de la República que han decidido aprovechar la jornada de vacunación para niños de 5 a 11 años que se lleva a cabo en la capital de Puebla.

Al menos en el centro de vacunación que se habilitó en el Centro de Salud con Servicios Ampliados (CESSA) Romero Vargas se pudo constatar la llegada de familias procedentes de municipios como San Pablo del Monte y de la capital de Tlaxcala,  quienes argumentaron que en la entidad vecina comenzaron la inoculación en otras localidades alejadas pese al inicio de la quinta ola de contagios.

Por ello, decidieron probar suerte en Puebla y han conseguido que sus hijos sean vacunados aquí.

Sería bueno que ante la inquebrantable pandemia existiera también la colaboración entre estados vecinos para que en caso de que a alguno le sobraran vacunas en determinado momento, las envíe a la entidad más poblada.

Esa sí sería una gran muestra de solidaridad.