En México, los resultados más recientes de pruebas nacionales e internacionales evidencian grandes desafíos de aprendizaje, esta situación se agrava por el reciente borramiento de la memoria documental que comprende información de más de dos décadas de información en materia educativa a raíz de la desaparición del sitio web del extinto Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y la retirada de los informes y archivos históricos del portal de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu), que, aunque sigue en funcionamiento, ya no permite acceder a la documentación que antes estaba disponible al público. De esta forma, las políticas educativas pierden rumbo y la sociedad queda sin herramientas para exigir mejoras reales.
Un ejemplo de estos resultados se encuentra en la última prueba del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés), realizada en 2022, que muestra que dos de cada tres jóvenes mexicanos están por debajo del nivel mínimo en Matemáticas. Prácticamente la mitad de los estudiantes evaluados en México alcanzó solo el primero de los seis niveles de lectocomprensión, y apenas el 1% llegó al nivel cinco. Una situación similar ocurre en Ciencias, donde el 49% de los estudiantes se ubicó en el nivel dos de seis.
De acuerdo con información, que no puede consultarse de primera mano, la evaluación diagnóstica realizada por Mejoredu para el ciclo escolar 2024-2025 mostró que ocho de cada diez estudiantes de tercero de secundaria no desarrollaron los aprendizajes esperados en Saber y Pensamiento Científico, Matemáticas, Ética, entre otras áreas (El Universal, 17 de octubre de 2025). Estos resultados deberían ofrecer pistas claras sobre lo que la Nueva Escuela Mexicana debe corregir para garantizar una educación de calidad, lamentablemente no se puede consultar públicamente esta información.
Desde su planteamiento inicial, la Nueva Escuela Mexicana apostó por una formación humanista, comunitaria y con justicia social. Ese horizonte es valioso, pero requiere información sólida y confiable para saber si las transformaciones realmente están llegando a las aulas y a los estudiantes. Sin datos comparables, sin transparencia y sin acceso a la información, se corre el riesgo de avanzar a ciegas. La calidad educativa no puede construirse desde la opacidad: asegurar el derecho a una educación de calidad implica evaluar, reflexionar y corregir el rumbo cuando sea necesario.
En este contexto, el cierre del sitio web del extinto INEE y la desaparición de los informes y evaluaciones elaboradas por Mejoredu representan la pérdida de un acervo público fundamental para comprender la evolución de la calidad educativa del país. A ello se suman las resistencias a participar en pruebas internacionales, como PISA, bajo el argumento de que están descontextualizadas, lo cual deja a la sociedad sin evaluaciones educativas válidas, pertinentes y transparentes para valorar las políticas públicas en la materia.
Sin acceso a datos sobre los aprendizajes de los estudiantes, la evolución de las políticas educativas y los resultados de las evaluaciones, la sociedad queda desprovista de información real sobre la calidad de la educación en el país. Por tanto, cabe realizarse muchas preguntas, entre ellas: ¿cómo se evaluará a la Nueva Escuela Mexicana?