La paz y la esperanza se construyen desde lo colectivo

Sí le preguntamos a las personas que están a nuestro alrededor, si sienten seguras y tranquilas en sus lugares de residencia seguramente la mayoría responderá que no. De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), en el segundo trimestre de 2025, “63.2 % de la población de 18 años y más consideró inseguro vivir en su ciudad”, el porcentaje aumenta significativamente si lo circunscribimos al estado de Puebla, e incrementa si lo acotamos a la población femenina. No es gratuita esta sensación de inseguridad, por ejemplo, de acuerdo con cifras oficiales publicadas en El Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) al 04 de septiembre de 2025 la cifra asciende a 133,101 personas, las afectaciones a las víctimas indirectas y la falta de mecanismos adecuados para atender el problema abonan a esta creciente sensación de indefensión e incertidumbre.

Ante esta situación, parece que la preocupación está centrada principalmente en manejar la crisis no como humanitaria, sino como discursiva, generando duda, buscando culpables en la herencia de gobiernos pasados, y mitigando los efectos de la inconformidad pública a través del control narrativo para cambiar las percepciones. Lo que no ataca los problemas estructurales ni de manera inmediata las consecuencias de una sociedad acorralada por la violencia y la inseguridad.

En este contexto de desconfianza las personas ante el miedo y la duda se rodean de muros reales y simbólicos, para protegerse de las amenazas reales y percibidas muchas veces evitamos incluso atender los llamados de nuestra propia consciencia y de nuestro corazón, es decir, evitamos dejarnos llevar por la compasión que nos provoca el dolor y la desgracia ajena, porque a veces se nos juzga mal o se nos involucra en situaciones que nos complican la existencia. Y es gracias a eso que aquellos que hacen el mal pueden quedar impunes o ejecutar sus acciones con libertad, porque cada vez nos involucramos menos y nos parecen más ajenos los problemas, incluso aquellos que nos atañen y afectan directamente, nos aislamos y este aislamiento nos lleva al individualismo que es uno de los signos de deterioro social más presentes en nuestro tiempo.

Nos toca vivir una época en la que no es posible esperar que los problemas se resuelvan desde las instancias gubernamentales, las instituciones suelen moverse muy lentamente, por ejemplo la educación a la que se le da una relevancia enorme para la resolución de los problemas actuales, siembra futuro, pero es de largo aliento, sus frutos tardan mucho en cosecharse, es por eso que los individuos deben superar sus resistencias y temores para organizarse, se requiere colectivizar las acciones para generar los cambios urgentes que no pueden esperar la burocracia de los aparatos estatales y nacionales, las estrategias integrales que requieren las complejas problemáticas no tienen cabida en los panoramas políticos tradicionales que subsisten.

La acción social que colectiviza las luchas es testimonio de que sólo la participación de las personas que se organizan para afrontar los desafíos locales puede hacer la diferencia en un mundo convulso y herido por las violencias, como las de aquellos que protegen el territorio y sus recursos contra la ambición corporativa o el ejemplo de valor y tenacidad de las madres buscadoras, lo que tienen en común estas personas es la empatía que las une más allá de los intereses personales y particulares, por la posibilidad de ser parte de algo mayor que el beneficio personal.

Sí queremos que algo cambie para vivir con tranquilidad y sentirnos más seguros, debemos tomar acción, sumarnos a las causas en las que podemos aportar desde nuestros talentos, pero sobre todo a aquellas que nos mueven más profundamente para ser constructores de paz. En su toma de protesta el Rector entrante de la Universidad Ibero Puebla, citando al Papa Francisco nos invita a afrontar el reto que lanzó para invitarnos a construir esperanza: "No basta con proclamar la esperanza en medio de este mundo roto, es necesario organizarla"

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