De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), “las guías alimentarias tienen por objeto servir de base para la formulación de políticas nacionales en materia de alimentación y nutrición, salud y agricultura, así como de programas de educación nutricional destinados a fomentar hábitos de alimentación y modos de vida sanos. En ellas se ofrecen al público en general consejos sobre alimentos, grupos de alimentos y modelos alimentarios que proporcionan los nutrimentos fundamentales con el propósito de fomentar la salud en general y prevenir las enfermedades crónicas.”
Alrededor del mundo más de 100 países han elaborado y publicado sus guías alimentarias, con apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y de la FAO, tomando en cuenta su contexto en cuanto a situación alimentaria, disponibilidad de alimentos, cultura culinaria y hábitos de alimentación. Usualmente la información contenida en ellas adopta un formato gráfico ya sea de pirámides alimentarias o platos de comida, de tal manera que contribuyan en la educación de la población en términos de alimentación y nutrición.
México no es la excepción, sobre todo, considerando el panorama de la situación alimentaria y nutricional del país. En la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) Continua 2022 se reportó que en el grupo de niños y niñas menores de 5 años 4.1% tienen bajo peso, 12.8% baja talla y 0.8% emaciación (bajo peso para la talla), mientras que las cifras de sobrepeso más obesidad son del 7.7%. En el grupo de escolares, la prevalencia de sobrepeso es de 19.2% y la de obesidad de 18.1%; en adolescentes, la prevalencia de sobrepeso es de 23.9% y de obesidad 17.2%, misma que se ha incrementado en poco más de 5 puntos porcentuales del 2006 al 2020-2022. Para la población adulta, la prevalencia de sobrepeso es del 38.3% y obesidad del 36.9%, destacando que en los adultos con obesidad existe una mayor posibilidad de tener diagnóstico de diabetes, hipertensión y dislipidemia.
En cuestiones de alimentación, la misma encuesta refiere que solo el 33.6% de niñas y niños menores de 6 meses recibió lactancia materna exclusiva (LME); el 27.2% de niñas y niños menores de 24 meses no recibió LME durante los primeros tres días de vida y fue alimentado con fórmula comercial infantil u otro líquido; y el 42% de niñas y niños de entre 6 y 23 meses consumió alimentos no saludables. El análisis realizado sobre los grupos de alimentos mayormente consumidos en toda la población arroja que si bien es cierto que más del 83% de personas consume agua sola, el consumo de las bebidas endulzadas rebasa el 76%. También se observa que cerca de la mitad de la población menor de 20 años consume botanas, dulces y postres, cifra que se encuentra casi a la par del porcentaje de consumidores de frutas y por encima del porcentaje de consumidores de verduras. Es decir, el consumo de bebidas endulzadas en la población mexicana es muy alto en todos los grupos de edad y el de alimentos saludables es bajo, lo que tiene repercusiones en la calidad de la dieta y la salud de la población.
En función de lo anterior, las “Guías alimentarias saludables y sostenibles para la población mexicana 2023” resaltan que las dietas saludables y sostenibles son patrones dietéticos que promueven todas las dimensiones de la salud y el bienestar de las personas, tienen una baja presión e impacto ambiental, son accesibles, asequibles, seguras, equitativas y culturalmente aceptables. En dichas guías se plantean 10 recomendaciones que son:
El formato gráfico/ícono visual de apoyo que adoptaron las guías es el “Plato del Bien Comer” en su versión actualizada hacia lo saludable y sostenible. Tiene tres objetivos:
Al seguir las 10 recomendaciones de las guías, es posible mejorar la alimentación y estilo de vida, lo cual ayudará a disminuir el riesgo de enfermedades crónicas, a preservar la cultura alimentaria mexicana, proteger nuestra biodiversidad y contribuir a la sostenibilidad del planeta.
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