Catedráticos Ibero Puebla

La incongruencia pública

Escrito por: Mtro. Mauricio Islas Campos, Académico de la Universidad Iberoamericana Puebla 

25/11/2025 |11:18
El Universal Puebla
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En su libro “Principios de Política”, Benjamin Constant es uno de los pensadores que mejor define el propósito lógico e ideal de los impuestos como esa renuncia a la riqueza individual para su posterior depósito en la riqueza pública en aras de posibilitar u optimizar el bienestar común.

Asimismo, conceptos políticos tan ampliamente reproducidos hoy en día como el de democracia, ciudadanía y el de gobierno representativo han sido defendidos en su vertiente ideal por pensadores como Jean Jacques Rousseau, John Stuart Mill y Alexis de Tocqueville.

El problema con dichos conceptos es que, como ya se ha mencionado, representan ideales que requieren condiciones prácticas específicas para ser efectivos. Por ejemplo, el impuesto que se cobra a los ciudadanos en México no se ve reflejado en la riqueza pública, es incongruente que un diputado o un senador tengan salarios tan altos y que existan poblaciones tan estructuralmente afectadas; es ineficiente que existan representantes elegidos a través de afinidades ideológicas tan irreflexivas como los partidos políticos y que, de cierta manera, no tengan intención de ver por los intereses de sus poblaciones representadas, o que, incluso, dicha representación sea concebida como democracia.

La democracia es una forma de gobierno que requiere un nivel alto y constante de conciencia y participación política de sus ciudadanos, pero si quienes han sido elegidos, ante una manifestación, deciden reprimir a quienes los pusieron en su cargo, la democracia pierde sentido; si las poblaciones no tienen opciones adecuadas para elegir, la posibilidad de gobierno efectivo se difumina; si los ciudadanos no conocen a sus representantes, la democracia es una simple simulación; si el sufragio es captado por el clientelismo, populismo o cualquier otra forma de condicionamiento de la voluntad, la democracia se encuentra en una dinámica de manipulación.

La situación pública actual es sumamente complicada, principalmente porque todos los conceptos que se reproducen como los más adecuados para una administración en el gobierno están vacíos de contenido: los impuestos pagan los salarios de servidores públicos cuya labor deja mucho que desear y el presupuesto público no se ve reflejado en política pública eficiente; la democracia es más una gestión de la voluntad pública a través de afinidades ideológicas irreflexivas; las llamadas visiones políticas, como la “izquierda” y la “derecha”, son meras dinámicas discursivas para generar clientela y jugar con los intereses de las poblaciones, mientras determinados grupos en el poder sólo se perpetúan en la élite política.

Así podríamos seguir con los conceptos que dan o pretenden dar forma a nuestro sistema político, donde la representatividad también palidece ante un supuesto inexistente: que la voluntad de quienes eligieron a sus representantes va a ser defendida por sus representantes. Pocas veces se sabe de un diputado, senador o presidente que defienda los intereses de la gente que votó por ellos. Estos funcionarios ni siquiera son conscientes de las problemáticas que aquejan a dichas poblaciones o, simplemente, deciden ignorarlas (además de que las circunstancias en México y su relación con Estados Unidos dificultan la defensa de algunos intereses).

Las manifestaciones de la incongruencia política se hacen cada vez más ridículas. Un ejemplo actual refiere a cómo la derecha mexicana ha intentado apropiarse de las luchas que tienen como símbolo de resistencia a la bandera de los “Sombreros de Paja” (la tripulación pirata protagonista del anime One Piece) y que han surgido en diversos países como Nepal, Indonesia, Perú, etc.

No tiene sentido que una facción conservadora que privilegia los intereses político-empresariales quiera tomar como símbolo una bandera que representa valores como la justicia social, la libertad de los pueblos oprimidos, la lucha contra las élites, la defensa de la comunidad LGBTQ+ y la oposición al racismo y la esclavitud. Con esto, tampoco se quiere decir que la “izquierda” haya hecho un trabajo eficiente o que representen su vertiente ideológica de manera congruente en la práctica.

Las dinámicas políticas se encuentran atravesadas por un problema de origen, fuertemente estructural y difícilmente atendible sin la entera voluntad de la ciudadanía y los representantes. Como ciudadanos, estamos obligados a reflexionar y atender cada una de las incongruencias que afectan el ejercicio político y el bienestar público.