La enseñanza de la filosofía en las escuelas trasciende por encima del cumplimiento curricular. Es una necesidad para el desarrollo integral, tan fundamental como las matemáticas, el deporte o la lectura. Abordarla desde las aulas es, en esencia, una invitación a pensar reflexiva y críticamente sobre nuestra propia existencia y los problemas del mundo.
Si bien enseñar a pensar no es tarea exclusiva de los profesionales de la filosofía, sino una actividad inherentemente al ser humano, es crucial encontrar caminos efectivos para avivar la curiosidad por el saber. Y aquí radica la pertinencia de una propuesta concreta: las olimpiadas de filosofía como aliadas imprescindibles ante esta necesidad del pensamiento.
El circuito olímpico filosófico, con sus fases estatal, nacional e internacional, se ha convertido en un motor para este desarrollo. Este año, la fase estatal se celebró en 17 estados de la república, seleccionando a más de 300 estudiantes para la fase nacional, tanto presencial como a distancia. Detrás de este esfuerzo hay un trabajo arduo, como demuestra el caso de Puebla, donde los delegados incluso organizan procesos previos a sus estatales (intramuros o intraescolares) que superan los 600 participantes.
El corazón de este movimiento nacional es la Olimpiada Mexicana de Filosofía (OMF), iniciativa impulsada principalmente por el esfuerzo del Mtro. Ángel Ernesto Jiménez Bernardino (Universidad de Guadalajara y delegado nacional para la Olimpiada Internacional). Tras 13 ediciones, la visión del maestro Ángel ha fomentado el pensamiento crítico desde una perspectiva única: combinando la fraternidad con una sana competencia entre estudiantes y profesores de todas las instituciones participantes.
El impacto es tangible, especialmente en Puebla. Este estado ha obtenido en cuatro ocasiones el honor máximo: representar a México en la justa internacional. Allí, el verdadero triunfo va más allá de los premios; reside en hacerse escuchar, mostrar sus reflexiones al mundo y, como motivación invaluable, coincidir con jóvenes de otros países para compartir ideas bajo el principio de la amistad. Además, Puebla tiene un nuevo reto y honor: será la sede de la OMF en febrero de 2026, gracias a la organización conjunta de la Prepa IBERO Puebla, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y el Colegio de Bachilleres del Estado de Puebla. Se espera la mayor participación histórica, concentrando a la mayor cantidad de jóvenes interesados en la filosofía de los últimos años.
Así, el objetivo central –pensar y reflexionar críticamente sobre la existencia y los problemas del mundo– se potencia con una motivación concreta para los estudiantes: representar no solo a su institución, sino a su país. ¿Qué mejor manera de estimular el pensamiento que ser la voz de otros jóvenes de tu país?
En sintonía, este año fue testigo de otro logro inspirador: Valentina Romero Nolasco de la IBERO Puebla logró, por tercera vez consecutiva, el pase de la IBERO a la Olimpiada Internacional, representando a México junto a Valeria Ledezma Badillo (Colegio de Bachilleres del Estado de Hidalgo). Ambas acudieron a Bari, Italia, en mayo pasado, realizando una maravillosa representación nacional.
La experiencia en Bari fue reveladora. Más allá de la competencia, fue un espacio de ideas, crítica y escucha activa sobre problemáticas globales vigentes, como la guerra en Ucrania o el conflicto en Gaza. Pero, sobre todo, fue un lugar de momentos fraternos, donde jóvenes de países –incluso en conflicto– entablaron amistades y compartieron momentos de genuina convivencia. Ahí radicó su magia más profunda.
Este acompañamiento internacional también fue clave para la motivación docente. Tanto José Miguel Hernández Valtierra (Guanajuato) como yo, tuvimos el privilegio de asistir con Valentina y Valeria a Italia, trayendo aprendizajes invaluables y un profundo agradecimiento por las atenciones recibidas. Mi agradecimiento total a quienes hicieron posible ese espacio de paz, amistad y diálogo abierto, especialmente a Paolo Ponzio, Francesco Marrone, Luca Scarantino, Antonio Tuzza y todo el grupo de staff, por su excepcional hospitalidad y organización.
Por momentos como los vividos en Bari, donde la filosofía logra, al menos temporalmente, tender puentes sobre la discordia, vale la pena redoblar el esfuerzo por pensar y pensarnos como habitantes de este mundo.
Un mundo que, aunque fracturado, se resana en la esperanza que brindan eventos como las Olimpiadas de Filosofía donde es posible atestiguar que inclusive jóvenes de naciones históricamente enfrentadas, dialogan con rigor y respeto, encontrándose en la amistad y reconocimiento mutuo.
Bari no fue una excepción; fue la confirmación. Frente a la urgencia del pensamiento crítico y sensible, estas justas son más que aliadas; son faros que iluminan el camino hacia una humanidad que piensa antes de destruir, que argumenta antes de imponer, y que encuentra, en la reflexión compartida, la base más sólida para la convivencia.