La política exterior de un país no es un tema reservado a diplomáticos o expertos: es un conjunto de decisiones y acciones que impactan directamente a la economía, la seguridad nacional y el bienestar de todos. Debido a esto, observarla críticamente es un deber ciudadano urgente para exigir, transparencia y rendición de cuentas a quienes la conducen.
De este preámbulo surgen, al menos, tres hechos observables: la diplomacia sui generis, el impacto económico, ¿insoslayable? Y la memoria de los principios constitucionales. Todos estos, orientados a responder una pregunta: ¿por qué es urgente que la ciudadanía la observe?
Primer hecho observable: la diplomacia sui generis.
El actuar en la política exterior mexicana nos remite a cuestionar la importancia de la participación ciudadana en algunas decisiones y acciones de este tipo. Un ejemplo reciente es la asistencia de la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, en lugar de la presidenta Sheinbaum como representante de la Delegación de México en el funeral del papa Francisco. ¿Por qué no acudió la presidenta? Según sus propias palabras, porque “recibiría críticas de cualquier modo”. Si se hubiera consultado a la ciudadanía, en un país mayoritariamente católico como México y con ello tomado la decisión, ¿creen que esta habría generado más o menos críticas que las ya generadas por su ausencia?
En este contexto, ¿su ausencia fue una omisión menor o un mensaje diplomático con implicaciones más profundas? Si lo comparamos con la asistencia de otros líderes mundiales no católicos, como la presencia del secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres; la de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen y la del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia, podríamos suponer que sus estancias trascienden lo religioso. En cambio, si la comparación se realiza con la última vez que falleció un papa en funciones (2005), podríamos suponer que la decisión de la presidenta deviene de las diferencias políticas con el expresidente Fox, quien asistió al funeral de Juan Pablo II.
Segundo hecho observable: el impacto económico, ¿insoslayable?
A pesar de que es evidente que México tiene una dependencia comercial con la región de América del Norte, valdría la pena rememorar que nuestro país mantiene una participación activa en términos de acuerdos y tratados internacionales diversos. De acuerdo con la Secretaría de Economía, México participa en:
14 Tratados de Libre Comercio con 52 países (TLCs), 30 Acuerdos para la Promoción y Protección Recíproca de las Inversiones (APPRIs) con 31 países o regiones administrativas y 9 acuerdos de alcance limitado (Acuerdos de Complementación Económica y Acuerdos de Alcance Parcial) en el marco de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI). (2025, párr. 1)
Asimismo, México en miembro de organismos internacionales como la Organización Mundial de Comercio (OMC) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), entre otros. Desde los cuales es necesario preguntarnos: ¿qué decisiones se están tomando y de qué manera impactan a nuestro país?
La política exterior no es simbólica: tiene efectos tangibles. De acuerdo con la OCDE (marzo 2025), se proyecta que México enfrentará un decremento en el PIB: pasará del 1.5% en 2024 al -1.3% en 2025 y al -0.6% en 2026, además de un incremento en la inflación del 4.4% para 2025. ¿De dónde viene este impacto y qué podemos hacer como ciudadanos que observamos la política exterior? ¿Qué estrategias seguirá nuestro gobierno para diversificar sus mercados?
Por un lado, frente a la proyección de una posible recesión, podrían buscarse alternativas que incluyan la modernización de los APPRIs con tres de los países que proyectan mayor crecimiento económico: India, China e Indonesia. Por otro lado, ante la “coyuntura” arancelaria, este acercamiento podría impulsar la firma de algún TLC bilateral que beneficie el crecimiento mutuo de los involucrados.
Tercer hecho observable: la memoria de los principios constitucionales.
Es indispensable conocer nuestra Carta Magna más allá de los primeros artículos constitucionales y recurrir al estudio de la fracción X del artículo 89 para conocer el sustento de nuestra política exterior desde las facultades y obligaciones de la presidenta, quien deberá conducir esta política con base en los siguientes principios:
La autodeterminación de los pueblos; la no intervención; la solución pacífica de controversias; la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales; la igualdad jurídica de los Estados; la cooperación internacional para el desarrollo; el respeto, la protección y promoción de los derechos humanos y la lucha por la paz y la seguridad internacionales. (Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, 2021, Art. 89 [Fracc. X]).
Pero, sobre todo, resulta urgente recurrir a la memoria de estos principios y actuar con coherencia como parte de una responsabilidad histórica. Dicho de otro modo, es menester que nuestra líder y los futuros líderes del ejecutivo recuerden el contexto en el que se desarrollaron las Doctrinas Juárez, Carranza y Estrada como bastiones de la soberanía nacional. Así, podría evitarse que los principios constitucionales sean invocados o ignorados a conveniencia política, fortaleciendo con ello la dignidad y la coherencia del Estado mexicano frente a acuerdos internacionales desiguales, como el T-MEC, donde persiste una evidente falta de igualdad jurídica entre los Estados, contraria a los ideales defendidos por Venustiano Carranza.
Hacia una ciudadanía vigilante
La observación ciudadana de la política exterior exige ir más allá de la información esporádica o masiva al alcance de la inmediatez; es un ejercicio necesario y pacífico que debe sumarse al actuar de los representantes de los gobiernos mediante acciones concretas como, por ejemplo:
- La alfabetización ciudadana en términos jurídicos, económicos y políticos de los principios constitucionales de la política exterior.
- El fortalecimiento de una prensa imparcial y especializada en temas de política de exterior.
- El incremento y consolidación de decisiones de política exterior con perspectiva de género.
- La creación de más espacios universitarios de observación, discusión y análisis de la política exterior.
- Y, sobre todo, que las observaciones ciudadanas sean escuchadas y tomadas en cuenta como ejes acompañantes de los principios rectores de la política exterior mexicana.