De acuerdo a la Semarnat (2020), el estado de Puebla genera diariamente 55,991 toneladas de Residuos Sólidos Urbanos (RSU), lo que nos coloca en sexta posición a nivel nacional. De éstas, solo se recolecta el 70%, a través de 94 sitios de disposición final, de los cuales 47 no tienen ninguna infraestructura, 74 no tienen geomembrana y 72 no controlan la admisión de residuos, lo que supone impactos negativos en el ambiente.

El Relleno Sanitario Intermunicipal de Tehuacán (RSIT) se ubica en la junta auxiliar de Santa María Coapan, comunidad indígena por autodenominación que para algunos servicios trabaja desde el Comité de Bienes del Pueblo y Vigilancia (CBPyV). Hace un año, en asamblea comunitaria se determinó y mandató al CBPyV, promover el cierre del relleno por la gravedad de su condición. De acuerdo a IGAVIM, para el 2020, el relleno había llegado a su límite final por la cantidad de residuos depositada (aproximadamente 2 millones de ton) y tenía un tiempo de vida que ya ha vencido.

En este contexto en junio del 2022, la Dirección General de Inspección y Vigilancia adscrita a la SMADSOT dictó y procedió a la ejecución de Clausura Total Temporal para el relleno, lo que también ocurrió con la Planta Tratadora de Residuos ubicada en San Marcos Necoxtla, por acción de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA), al haberse convertido ésta en un tiradero fuera de toda norma. Debe decirse que esta Procuraduría en el 2014, clausuró de manera temporal el relleno de Coapan, por el manejo inadecuado de Residuos Peligrosos.

Esto ha generado que los RSU del municipio se lleven al relleno sanitario de Ciudad Serdán, sin incluir los de la población de Santa María Coapan, lo que está generando una problemática no sólo ecológica, sino social por la apertura de tiraderos clandestinos, y por la fractura del tejido social observada en la invitación a que la población rompa los sellos de clausura, la amenaza y amedrentamiento a los defensores ambientales que promueven la restauración del sitio, así como por la destitución por autoridad civil del Comité de Bienes del Pueblo.

Al igual que el relleno de Tehuacán, muchos municipios del país, entre ellos el del municipio de Puebla, han rebasado su vida útil programada, si bien tiene prórrogas de la autoridad, esto no amplía de manera ilimitada su funcionamiento. Ante ello, hay iniciativas por abrir nuevos rellenos. Sin embargo, es necesario pensar en los límites de esta lógica y trabajar por la modificación sistémica hacia hábitos que lleven a la reducción de los residuos. Esto implica tareas más amplias que el reciclaje y los modelos de tres o siete R’s de consumidores responsables (reducir, reutilizar, reciclar; rediseñar, reparar, renovar, recuperar), por ejemplo, reflexionar, evaluar si requerimos o no usar determinado producto.

En una sociedad del hiperconsumo y la cultura del descarte, la adquisición continua, creciente e irreflexiva de bienes y productos ha logrado poner al sistema en crisis, tanto por la demanda de materias primas, como por la contaminación en su proceso de extracción, transporte, transformación, distribución y generación de residuos que ya no sabemos dónde ubicar.

Poseer no hace mejores ni más felices personas. Se requiere reconceptualizar, reestructurar nuestros sistemas de valores e indicadores; promover el rediseño de productos desde el uso de menos y más sustentables materiales, la eliminación y sanción por el uso de envolturas innecesarias y la incentivación de métodos de producción sostenibles; satisfacer necesidades desde lo local para reducir al mínimo el transporte de mercancías y personas; alargar y dar más vidas a los bienes, conservarlos, cuidarlos, repararlos, renovarlos, en lugar de tirarlos y sustituirlos. Esto nos lleva a actuar en el tema de obsolescencia, desde la programada, con productos hechos para dejar de funcionar y ser útiles, con la percibida donde algo deja de gustarnos, aunque siga siendo funcional hasta la de especulación, en donde se nos ofrecen productos con mejores características de manera paulatina incentivándonos a consumir.

Esto requiere expresar otro tipo de valores y actitudes: la moderación, simplicidad, frugalidad, aprecio y disfrute de lo que se tiene, compartir, intercambiar, cooperar, donar. Estos elementos son la base de otro tipo de economías que existen y se practican (circular, social, colaborativa) y que se configuran como opciones desde las cuales es posible que enfrentemos de manera activa esta problemática, sin eludir la importante área de oportunidad en la promoción de políticas públicas y marcos normativos para la gestión integral de RSU.

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