En retórica, el oxímoron es una figura que cobra sentido cuando dos conceptos opuestos se juntan para, a partir de dicha unión, sugerir un nuevo sentido semántico, pero sin que necesariamente la contradicción entre ellos desaparezca. La primera ocasión que escuché la expresión capitalismo consciente, que no ha mucho de ello, me hizo pensar en una seria discordancia interna, y ello ocurrió durante la blanca noche. Lo siguiente, fue generar una secuencia de reflexiones en torno al mismo y que son las que habré de plantear a lo largo de las presentes líneas, pero vayamos por partes.

El capitalismo tiene tres pilares fundamentales, y estos son: la propiedad privada, la sobrexplotación de los recursos naturales y del humano mismo y finalmente, el juego del libre mercado. He de señalar que no tengo nada en contra de la propiedad privada, empero, sí contra los métodos o maneras en que en ocasiones esta cobra forma, pues en no pocas veces se concreta a partir del engaño, el despojo o el desplazamiento en contra de la voluntad y sí a través de la coacción, inclusive, de la violencia. De la sobrexplotación de los recursos naturales (pensemos en las 7,500 toneladas de material que se tienen que extraer para conseguir únicamente una tonelada de plata en Bolivia) y del humano por el humano mismo (traigamos a la memoria la situación del coltán en la RDC o de la industria textil en el Sudoeste asiático), quisiera pensar que está claro el quid del asunto y que no tengo que explayarme en explicar lo escabroso del tema y que en este punto, sí que estoy en total desacuerdo con dicha sobrexplotación. Entiendo que históricamente siempre nos hemos valido del medio para subsistir y satisfacer nuestras necesidades básicas, pero en nuestra actualidad, bajo la bandera de la innovación y el emprendimiento, se han generado una diversidad de “necesidades” que considero distan mucho de ser necesarias y que para ser satisfechas se requiere de la sobrexplotación no solo del medio, sino del humano y con ello, devienen una serie de consecuencias que resultan ser harto perjudiciales para el planeta y los seres vivos que en él habitamos. Sobre el juego del libre mercado y su “ley” de oferta y demanda, podría mencionar que es un juego perverso en el que la especulación, derivada del deseo de generar mayor ganancia, en no pocas ocasiones está presente y contamina aún más, lo que de suyo ya es un juego de dudosas reglas y de inciertos fines.

Defensores asiduos del capitalismo consciente señalan que el capitalismo como sistema económico ha permitido sacar de la pobreza extrema durante los últimos doscientos años a un porcentaje importante de la población mundial (Mackey & Sisodia, 2016) al pasar de un 85% a 16% en tal condición en la actualidad, pero lo que no consideran o tienen en cuenta es el cómo o a costa de qué y de quiénes es que se ha podido generar tal riqueza y reducción de pobreza (pienso en la actual precarización del trabajo). Comprendo que el capitalismo consciente pretende cambiar el paradigma del cómo es que se hacen los negocios: planteando un propósito superior al momento de llevar al cabo estos, orientarse hacia sus propios grupos de interés, como lo son sus clientes, trabajadores, inversores, proveedores e inclusive la sociedad misma, y procurar el desarrollo de un liderazgo y una cultura empresarial conscientes. Y no es precisamente que cuestione los principios de esta propuesta “alterna” del capitalismo, sino más bien, que los pilares en los que se sustenta, son los mismos que requiere todo capitalismo para su subsistencia y es ahí precisamente, en donde pongo el acento de la crítica. Finalmente, lo que pretendo es aperturar la discusión sobre el tema, pues no se puede negar que al menos en papel, sus planteamientos invitan a una segunda leída y su respectiva reflexión, pero al analizar de profundis sus cimientos, pareciera que toda defensa de este sistema económico se torna frágil, por no decir superflua y consecuentemente, se desmorona. Léanse entonces las presentes líneas como una invitación seria a discutir desde la multidisciplinariedad el capitalismo consciente y con ello, tal vez poder pulir sus propuestas desde raíz.

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