Catedráticos Tec de Monterrey

La enseñanza de ingeniería en la era de la inteligencia artificial

Escrito por: Jorge Antonio Reyes Avendaño

04/08/2025 |13:33
El Universal Puebla
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A finales de la década de los 90 me encontraba realizando mis estudios de Ingeniería en Electrónica en un entorno donde no existían computadoras personales en el aula, y solo algunos de mis compañeros contaban con una en sus hogares. El acceso a Internet lo conseguíamos en centros de cómputo universitarios o en cibercafés, con velocidades de conexión que hacían desesperante la descarga de cualquier archivo.

En aquel entonces, la dinámica de las clases giraba alrededor del profesor exponiendo el tema en el pizarrón, mientras los estudiantes tomábamos notas en nuestras libretas y resolvíamos problemas. Durante el último cuarto de siglo hemos visto cambios muy significativos: desde el uso generalizado de computadoras personales y celulares como herramienta educativa, hasta clases masivas en línea con interacciones entre participantes de distintas partes del mundo.

Entre todos estos cambios, ninguno ha sido tan disruptivo como el acceso masivo a herramientas de inteligencia artificial (IA), que inició en 2022 con el lanzamiento de ChatGPT y que hoy ha dado lugar a miles de herramientas comerciales aplicables a un sinnúmero de tareas. Sin duda, la IA puede mejorar considerablemente el proceso de enseñanza-aprendizaje. Por ejemplo, ayuda a los docentes a diseñar problemas personalizados, revisar tareas, generar contenido multimedia o planear sesiones de laboratorio, entre muchas otras funciones. En el caso de los estudiantes, cuentan con asistencia 24/7 para resolver tareas, generar soluciones, explicar conceptos complejos, resumir textos, crear presentaciones y reportes, o programar en casi cualquier lenguaje. Hoy es factible imaginar un escenario en el que una IA “tutor” genere una actividad que será resuelta por una IA “alumno”, evaluada por la misma IA “tutora”, con mínima intervención de profesores y alumnos.

Sin embargo, la enseñanza de la ingeniería requiere el desarrollo de lo que llamo “cerebro de ingeniero”: la capacidad de analizar problemas, generar soluciones novedosas e implementarlas según el contexto. Esta habilidad se cultiva mediante la práctica, muchas horas de reflexión y cometiendo muchos errores en el proceso. Pero ¿cómo desarrollamos ese “cerebro de ingeniero” cuando los estudiantes resuelven problemas con IA, muchas veces sin comprender lo que hacen o las implicaciones de sus respuestas?

Sin duda, el rol del profesor ha cambiado. Debemos acompañar a los estudiantes en su aprendizaje con IA, diseñando actividades que reconozcan su uso, pero que también promuevan el pensamiento crítico y el trabajo práctico. La evaluación debe centrarse más en el proceso de pensamiento que en el resultado, fomentando que los futuros ingenieros sean críticos ante las respuestas generadas por IA y valoren su aporte personal.

Todo esto debe estar enmarcado en el uso ético de la IA, tanto durante la formación como en la vida profesional. El perfil del ingeniero del futuro seguirá evolucionando, y el claustro académico que lo forma deberá hacerlo también, poniendo siempre en el centro el desarrollo de personas con una sólida formación técnica y, sobre todo, ética, que impulse el progreso de nuestro país.