En las empresas, como en todo grupo social, el liderazgo es el factor clave de su éxito o de su fracaso. Bien se dice que no puede haber empresa exitosa con un líder fracasado ni empresa fracasada con un líder exitoso. Si a eso le sumamos que la sostenibilidad de las empresas depende de que sean financieramente rentables, socialmente legitimadas y fieles custodias de los recursos naturales que nos pertenecen a todos, nos encontramos con una imperiosa redefinición del liderazgo, en la que adicional a poseer la habilidad para crear rutas para el logro de los objetivos e inspirar a sus equipos a caminar por ellas, diseñen estrategias, tomen decisiones y actúen con plena conciencia y congruencia.

Ser consciente es darse cuenta y rendir cuentas de algo. Les comparto, amables lectores, algunas de las sendas por las cuales las y los líderes pueden descubrir su propia luz e iluminar a las personas con las que comparten la vida, tanto personal como profesional.

La primera senda es la conciencia sobre el propio negocio. El líder indudablemente necesita conocer a fondo su industria, las reglas del juego, los factores clave de competitividad y el posicionamiento de su empresa en la misma. Esto es un requisito ineludible para garantizar la permanencia de la empresa, pues es la materia prima para que ésta exista y de ahí, pueda ser un factor de creación de valor social y ambiental.

Así, la siguiente senda, está relacionada con la capacidad del líder de transformar su entorno y trascender. Esto puede resultar un tanto atemorizante, pues conlleva una gran responsabilidad. Un líder consciente nunca está en la cima, sino en la base sosteniendo a todos sus equipos de trabajo y a la vez, siendo eslabón con aliados y grupos de interés para fortalecer el tejido empresarial y con ello, crear condiciones para una sociedad que florece y prospera.

La tercera senda es asumirse como cuidadoso guardián de los bienes comunes: la cultura, el conocimiento y todos y cada uno de los recursos naturales que consumimos y que necesitamos regenerar para mantener el equilibrio de la vida y garantizar la viabilidad futura de la humanidad. En esta senda, el líder enfrenta innumerables batallas, creadas por la tensión de mantenerse competitivos en un mercado cuyas reglas están diseñadas para generar ganancias financieras a expensas de pérdidas ambientales, sociales y humanas y el perseguir el propósito de que la empresa sea un agente de creación de valor y bienestar común.

La cuarta senda, quizás la más importante y transformadora, es el viaje del líder hacia sí mismo. Para poder asumir su rol, tanto en la empresa como en sus círculos personales, necesita tomar consciencia y abrazar sus capacidades, sus limitaciones y sus posibilidades; su historia, con sus luces y sus sombras; sus heridas y sus cicatrices, sus cumbres y sus abismos.

Necesita no temer a sus sueños y saber besar sus renuncias y fracasos. Necesita aprender a perdonarse sus errores y descubrir el oro de experiencia que le dejaron. Esta ruta de exploración interna ciertamente puede ser difícil y dolorosa, pero es la más iluminadora para sí mismo y los demás. Este viaje interior constituye el puente más sólido para conectar con las personas a su alrededor y desde ahí, poder inspirar hacia los grandes esfuerzos colectivos que construyen valor y derraman prosperidad para un mundo donde todos podamos prosperar.

Estas sendas es un camino por el que transita permanentemente el líder: no hay un cruce de meta donde podamos afirmar que ya lo logró. Como toda carrera, habrá diferentes ritmos e incluso caídas, pero el sello del líder consciente, es a cuantos más inspiró a caminar por ella.

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