"Uno no recuerda los días, recuerda los momentos.” — Cesare Pavese
¿Dónde florecen las amistades que duran toda la vida? ¿Dónde se sueña en grande, se aprende a convivir, se enfrentan los miedos del “primer día” y se celebra la independencia como si fuera una fiesta nacional? La respuesta está, muchas veces, en los pasillos de una residencia universitaria.
A lo largo de mi vida profesional he tenido el privilegio de conversar con mujeres y hombres sabios, personas que, como los olivos o sauces, han resistido los embates del tiempo y han crecido con raíces profundas. Muchos de ellos, al recordar su etapa universitaria, no hablan primero de las clases o los exámenes... sino de su tiempo en residencias. De las carcajadas compartidas en la cocina, de las confesiones nocturnas, del calor de un hogar lejos de casa. Hay una magia inexplicable que sucede cuando los jóvenes viven en comunidad. Y esa magia, ahora, tiene un nuevo escenario en el Campus Puebla del Tecnológico de Monterrey.
Las nuevas residencias, estudiantiles, son un ecosistema diseñado con y desde la intención, evidencia científica y corazón. Un espacio que nace del compromiso con el modelo de Bienestar Integral del Tecnológico de Monterrey que reconoce que el bienestar es multifactorial: físico, emocional, espiritual, social y financiero.
En la arquitectura de este edificio conviven tres pilares fundamentales: comunidad, autonomía y pertenencia. Desde el modelo HERO (Healthy and Resilient Organizations), sabemos que el bienestar florece cuando las personas se sienten valoradas, tienen oportunidades para crecer y conviven en entornos psicológicamente seguros. Y desde el modelo BEAT (Building Engagement and Thriving), entendemos que las experiencias significativas, las emociones positivas y la motivación personal hacen que un espacio se convierta en una vivencia que transforma.
Diversos estudios muestran que los estudiantes que viven en residencias universitarias reportan niveles más altos de satisfacción con la vida, sentido de comunidad y salud mental. Según la Asociación Americana de Psicología, quienes viven en campus tienen un 25% más de probabilidades de establecer redes sociales duraderas y un 20% más de probabilidades de completar sus estudios a tiempo. Además, un estudio longitudinal de la Universidad de Michigan (2018) indica que el primer año en residencias aumenta en un 30% la percepción de bienestar emocional frente a quienes viven fuera del campus.
Y es que no se trata solo de tener una cama cómoda o una cocina compartida. Se trata de vivir en un entorno diseñado para aprender a vivir.
¿Y por qué hacerlo en el Tec Puebla? Porque tenemos a los mejores estudiantes, y ofrecemos la mejor vivencia para ellos.
Aquí, en Puebla, hemos creado un hogar que abraza el talento, que celebra la diversidad y que cuida a sus habitantes como lo haría una comunidad amorosa. Cada detalle ha sido diseñado para que nuestros y nuestras estudiantes no solo vivan, sino vivan bien. En todos los sentidos. Así que, a quienes están por llegar: bienvenidos. Y a quienes ya están aquí: hagan historia. Porque esta casa, la de nuestras nuevas residencias, será también la cuna de sus recuerdos más entrañables.