Catedráticos UDLAP

La radio ya no cabe en una sola frecuencia

Escrito por: Adalberto Córdova Pérez

22/08/2025 |18:24
El Universal Puebla
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Hace tiempo que la radio dejó de ser solo ese aparato con perilla, la voz que nos acompaña desde la cocina o el taxi, y el ruido de fondo en la oficina. Hoy, la radio vive en más lugares de los que imaginamos. Está en el celular, en las bocinas inteligentes, en la computadora… incluso en ese fragmento de video que ves en redes sociales sin saber que nació en un estudio con micrófonos.

No es exageración decir que la radio ha aprendido a multiplicarse. La vieja escuela —la del locutor mirando el reloj y anunciando “son las ocho con cinco”— sigue ahí, pero ahora convive con la transmisión en vivo por Instagram, el podcast editado con dedicación, el TikTok de quince segundos y la playlist en Spotify. Las fronteras entre lo que es “radio” y lo que no, se han difuminado tanto que a veces la única diferencia es que uno de esos formatos se emite en tiempo real.

Y vaya que esto ha cambiado la manera de producir. Antes, el programa se pensaba para llenar horas en la parrilla; ahora, se diseña para tener vida más allá del aire: clips cortos para redes, versiones extendidas para streaming, cápsulas que se pueden escuchar a la carta. El mismo contenido se corta, se adapta, se transforma, se empaqueta en múltiples formatos. Un solo programa puede vivir como en vivo, como podcast y como video para redes, y cada versión busca un público diferente.

La magia —y el reto— está en que ya no basta con encender el micrófono y dejar que la voz haga el trabajo. Ahora hay que pensar en hashtags, encuadres de cámara, estrategias de distribución y en cómo enganchar a una audiencia que escucha, pero también mira y comenta en tiempo real. El productor de radio actual no solo sabe de audio; también entiende de métricas, tendencias y narrativas multiplataforma.

Algunos dirán que con tantos formatos la radio pierde su esencia. Yo creo que, al contrario, la expande. Porque la esencia de la radio nunca fue la frecuencia: fue la conversación, la compañía, la inmediatez. Y eso sigue vivo, incluso cuando el oyente ya no gira una perilla, sino que pulsa un ícono en su pantalla.

Además, este nuevo ecosistema permite algo maravilloso: la interacción directa y constante. El oyente ya no es una voz lejana que manda un mensaje de texto o un correo; ahora está ahí, en el chat, reaccionando, enviando notas de voz, comentando con emojis. La radio, que siempre fue íntima, ahora es también inmediata y bidireccional.

Claro, esto implica una competencia feroz por la atención. Entre un podcast de true crime, un video viral y la transmisión en Twitch de un gamer famoso, la radio tiene que pelear su espacio. Pero si algo ha demostrado a lo largo de su historia es que sabe adaptarse. De hecho, la radio de hoy es quizá la más libre que ha existido: puede sonar en FM, en streaming, en una app o en un post de Instagram.

No sabemos en qué formato la encontraremos dentro de diez años. Lo que sí sabemos es que, mientras haya voces con algo que decir y oídos dispuestos a escuchar, la radio seguirá reinventándose… una plataforma a la vez.