El descuido de varias de las palmeras de nuestra ciudad las ha devastado. Una de las más emblemáticas fue la palmera de Paseo de la  Reforma que no resistió la plaga que arrasó con cientos de ellas. El espacio que dejó se convirtió de inmediato en un referente de vacío simbólico, de hueco colectivo que debía ser ocupado por un recordatorio que pudiera sembrar no sólo un árbol nuevo, sino que visibilizara las miles de ausencias que las desapariciones nos han dejado.  

El 8 de mayo colectivos de familiares de personas desaparecidas colocaron un mosaico de fotos, pancartas y mantas con imágenes e historias de las víctimas. La respuesta del gobierno de la ciudad fue impulsar una consulta en redes sociales para preguntarle qué tipo de árbol deseaban que se colocara ahí, con la intención de validar una votación improvisada que le permitiera a Claudia Sheinbaum justificar su negativa a la solicitud de las víctimas. “Ya votó la ciudadanía y no puede ser que un grupo de personas esté por encima de la votación de la gente”, señaló la jefa de Gobierno en una de sus conferencias de prensa. Un mes después y tras la insistencia de los colectivos, aceptó que esa glorieta sea un espacio dedicado a la memoria de las personas desaparecidas.

La dinámica de la violencia en la ciudad obliga a pensar en la glorieta de las personas desaparecidas, no sólo como un referente para reconocer fallas históricas en la procuración de justicia y la estrategia de búsqueda de gobiernos anteriores, sino para tener en cuenta que cada día, con el gobierno actual, solamente en la Ciudad de México se reportan de 20 a 40 desapariciones, de acuerdo con los colectivos de búsqueda de personas.  
Mientras, la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México asegura que existe un promedio de 62 casos de desaparecidos localizados cada semana.  Esto significaría que de las 200 personas desaparecidas semanalmente en promedio de las que reportan los colectivos, solo se localiza a 3 de cada 10.  

Hay datos distintos aportados por la Comisión de Búsqueda de la CDMX: al 16 de mayo de 2022, dos mil 416 personas han sido denunciadas como desaparecidas. La Comisión estima un promedio de 16 carpetas abiertas por semana. De las personas registradas, 932 continúan en búsqueda, mientras que mil 339 fueron localizados con vida y 127 sin vida.  

Hasta que las desapariciones comenzaron a visibilizarse como un modus operandi del crimen organizado, e incluso como una forma de represión de las fuerzas del Estado, los reportes en los índices de violencia que se presumían, mostraban una notoria caída en los homicidios y se pasaba por alto que muchas de estas desapariciones representaban homicidios dolosos y que implicaban además prácticas sofisticadas para eliminar cualquier rastro de los cuerpos de las víctimas. Incluso en el sexenio de Calderón se hacía alarde de la reducción de homicidios sin que los voceros del triunfalismo de la guerra contra el narco se preguntaran cuántas de los cientos de desapariciones ocurridas en ese periodo eran también asesinatos.  

La CDMX no ha sido la excepción, la organización ciudadana México Evalúa señaló en su Informe de Incidencia Delictiva de la CDMX, que durante los tres años de administración de Claudia Sheinbaum la reducción de homicidios es casi del 30%, pero hay un dato que no podemos ignorar: la cifra de personas desaparecidas y no localizadas aumentó 393%.  

Urge dotar de un presupuesto digno a la Comisión de Búsqueda además de contratar capital humano suficiente ¿cómo pretenden que opere con una nómina que apenas supera una decena de funcionarios?  Además de que no cuenta con apoyo político de gobierno y se asume que debería subordinarse a la fiscalía. La glorieta ya lleva el nombre que nos recuerda las dolorosas ausencias, esperemos que sea un referente no sólo simbólico sino de acciones contundentes de un gobierno.

@MaiteAzuela

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