A principios de septiembre, Porfirio Muñoz Ledo hizo una serie de declaraciones que cayeron como bomba en Palacio Nacional, la menos preocupante de las cuales era que en su más reciente Informe de Gobierno el presidente había hablado durante 50 minutos “de otro país”, que no tenía que ver en lo absoluto “con la realidad actual”. 

Dijo Muñoz Ledo en esa entrevista que el presidente había vuelto a México “un territorio libre para la mentira”; añadió que las cifras que había ofrecido en su Informe no cuadraban, que en su discurso la violencia no existía y que él había elegido que Morena tuviera la presidencia más corrupta de América Latina, con Mario Delgado al frente; concluyó que muy probablemente se había empleado dinero del narco para apuntalar la dirigencia de este. 

“El dinero mal habido, el dinero ilícito, muy probablemente el dinero que viene del narco, ese es el problema, se usó masivamente (para imponer Delgado)”, sostuvo Muñoz Ledo. 

Muñoz Ledo había solicitado semanas antes que se creara una Comisión de la Verdad que investigara el presunto contubernio del gobierno de AMLO con el crimen organizado. En una segunda entrevista concedida en esos días, fue más allá: señaló que la complicidad entre gobierno y narcotráfico pudiera ser la herencia de Andrés Manuel López Obrador

Precisó Muñoz Ledo: “Es obvio que el cambio de política de gobierno se debe al uso masivo, sin límites, de dinero mal habido”. 

Relatan en Palacio que estas declaraciones sacaron de sus casillas a López Obrador. No acababa de encajar el golpe su equipo de asesores —que recomendó un acercamiento con el hombre que colocó a AMLO la banda presidencial—, cuando vino la demoledora entrevista concedida a Carlos Loret por el exsecretario de Hacienda del gobierno de López Obrador, Carlos Urzúa. 

Fue un verdadero bazucazo a los afanes de trascendencia histórica del presidente, detonado por alguien que había estado a su lado desde la Secretaría de Finanzas, en la primera línea de su gobierno al frente de la ciudad, en el ya lejano año 2000. 

Urzúa, exsecretario de Hacienda de AMLO, no se anduvo por las ramas durante aquella entrevista. Dijo que sin duda López Obrador pasaría a la Historia “como un mal presidente”, como el titular de “un gobierno mal llevado” y de “una administración poco eficiente”. 

Un gobierno que terminaría enmarcado por “error, tras error, tras error, tras error”. 

“Es muy difícil poder identificar una política del presidente que haya sido un éxito”, declaró Urzúa. 

De acuerdo con el exfuncionario, la debacle del sexenio comenzó antes del sexenio, con la cancelación del aeropuerto de Texcoco y los miles de millones de pesos que esa decisión lanzó al bote de basura. 

Dijo Urzúa, por lo demás, que López Obrador había elegido muy mal “a la gente de abajo”: que había decidido rodearse, como hoy ya es evidente, de gente “que simplemente le dice que sí”: 

“Él ya no tiene asesorías que sean realistas —agregó Urzúa—. La gente le dice lo que ellos piensan que quiere él oír”. 

“Será el sexenio más decepcionante desde 1934 (en cuanto al PIB)”, “AMLO va a pasar como un mal presidente en términos económicos”, y “en términos políticos no va a ser un sexenio bien recordado”, dijo Urzúa. 

Según el exsecretario, cuando López Obrador se vaya del gobierno dejará tras de sí “un cartucho de dinamita prendido”, un país peor de como lo encontró en 2018, en materia de Salud, Educación, Seguridad… 

Relatan fuentes de Palacio que el círculo más cercano al presidente —“esa gente que simplemente le dice que sí”— se reunió de inmediato para buscar un control de daños. Seguían tratando de encontrarlo cuando otro desencantado de la 4T, el senador Germán Martínez, exdirector del IMSS durante los primeros tiempos del sexenio obradorista —y quien renunció luego de oponerse al desvío de recursos del IMSS a Pemex, según trascendió entonces—, subió a la tribuna para tronar en contra de la militarización del país, el paso de la Guardia Nacional a la Sedena, y la inseguridad que asola regiones enteras de México: 

“En muchas zonas gobierna el narco, gobiernan los criminales, gobiernan los malandros, los ‘levantones’ siguen, el secuestro sigue, el asesinato sigue, los periodistas siguen derramando sangre en este país y eso es en las manos manchadas de la 4T”, denunció el integrante del llamado Grupo Plural. 

Cuentan que en Palacio calibraron la dimensión del boquete que los bazucazos de estas voces podrían abrir en el barco obradorista, y se tomó la decisión de utilizar plumas y redes sociales afines que se prestaran a mostrar al presidente como víctima de una traición —que es como llaman en la 4T a todo aquello que se aparte del deseo presidencial. 

Han sido, sin embargo, días turbios para el jefe del Ejecutivo: se denuncia la creciente militarización, que no detiene ni ha detenido el baño de sangre; se señala la presunta colusión de su gobierno con grupos criminales (uno en particular), y se considera su administración como la peor en términos económicos desde 1934. 

Y todo esto viene, en solo unos días, de parte de quien le colocó la banda presidencial en 2018, y de quienes aceptaron formar parte de su supuesto, fallido proceso de transformación. 

Lo que viene desde adentro es lo que más duele en Palacio. Será porque esas voces vieron desde cerca y desde adentro el obradorismo. 
 
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