El triunfo arrollador de Javier Milei no solo admite un lamento y una condena al personaje. Debe resultar en un aprendizaje para la izquierda. Aunque el contexto argentino es muy particular y difícil de extrapolar, la emergencia de líderes ultraderechistas antisistema, cada vez más frecuentes en América Latina, nos obliga a una profunda reflexión.

¿Qué razones explican el triunfo de este libertario delirante, ultraneoliberal en lo económico y conservador en lo social, pero también —nos guste o no— líder de una fuerza de derecha con arrastre popular? Hay al menos cinco razones:

1. El mal manejo de la economía. El peso argentino vale la mitad de lo que valía a principios de año. Los precios vuelan y los salarios se incrementan muy lentamente. La inflación interanual se acerca al 150%. El encarecimiento del costo de vida y la imposibilidad para planear en el mediano plazo afecta la calidad y las expectativas de vida de millones. ¿Con qué cara pedirles votar por Sergio Massa, el ministro de Economía de una economía como esa?

2. Se descuidó a las juventudes: Una generación que siempre vivió en democracia dio por sentados los derechos y libertades conquistadas durante cuarenta años para apoyar una coalición que menosprecia todo lo avanzado en materia de derechos humanos y que podría conculcar algunas importantes conquistas. Aun así, antes que pensar que tenían algo que defender, jóvenes cansados de la inflación y la falta de oportunidades optaron por aventurarse a algo radicalmente distinto.

3. Se descuidó a los trabajadores informales precarizados. Cerca de la mitad de los argentinos no tienen un trabajo en blanco. El mileísmo supo interpelarlos, como no lo ha hecho suficientemente el peronismo, que siempre privilegió la relación con los trabajadores organizados. Milei logró hablarle a un tipo de trabajador “independiente” que es el de las aplicaciones tipo UberRapi, etc… que no tiene ningún derecho reconocido ni un Estado presente en sus vidas al que defender.

4. La corrupción. Los antecedentes del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en esa materia —ampliamente difundidos por medios adversos y promovidos por jueces adversos— afectaron a la izquierda. En 2022 se destapó el caso “causa vialidad”, una red de corrupción en obras de infraestructura muy sonada. Otro muy escandaloso fue el de “los cuadernos de la corrupción”, el cual involucró a ex altos cargos del gobierno de Fernández.

5. Los privilegios de la clase política. Durante la pandemia, cuando Argentina vivía un confinamiento forzado y se había prohibido hacer reuniones sociales, se filtraron demoledoras fotografías de una celebración de cumpleaños de la Primera Dama con varios comensales, cosa que generó una enorme indignación. El concepto de “casta política” y su rechazo a esta cuajó habría de cuajar a partir de entonces.

6. Más que hablarle a las mayorías, el progresismo enfatizó a ciertos grupos colectivos con causas relevantes, aunque específicas. Raúl Timerman, un analista político argentino, lo expresó así en una entrevista que le hice:

“La mayoría de los gobiernos progresistas en la región, y en la Argentina en particular, se han ocupado mucho de los derechos de las minorías: los colectivos feministas, los grupos ecologistasrecursos naturalesmatrimonio igualitario, documentos no binarios, etcétera, pero acá tenemos 40% de pobres. Entonces, cuando uno no se ocupa de los derechos de la mayoría, la mayoría te vota en contra.”

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