El gobierno de Israel ha gastado una fortuna en asegurar sus fronteras con los territorios palestinos y Líbano. Pero cuando el sábado aparecieron las imágenes de sus rejas siendo derribadas, sus puestos de control tiroteados y sus guardias fronterizos secuestrados, se prendieron las alertas en Israel, pero también en el Congreso y en el gobierno de Estados Unidos (EU). Sencillamente, si el jueves —cuando vino una delegación de alto nivel para hablar de migración ilegal y narcotráfico— había preocupación por la frontera sur, hoy tiene que haber pánico de que algo como lo que se vivió en Israel suceda en su frontera sur.

Y es que están todos los elementos para ello: cientos de miles de inmigrantes con ganas de entrar a territorio de EU; una buena parte de ellos siendo conducidos por polleros vinculados al crimen organizado; nuestros gobiernos municipales, estatales y el federal, rebasados, y el crimen organizado y/o países con los que está en abierta tensión —Irán, Rusia o China— ideando o apoyando una incursión fronteriza que obligaría a EU a migrar recursos militares de otros lugares para asegurar su frontera sur.

Esto es justo lo que ya empezó a pasar hace unos días. En el presupuesto de emergencia que el Congreso de EU aprobó para que su gobierno continuase funcionando, también se acordó no dar más recursos a Ucrania hasta que se fortalezca la frontera con México, algo que tiene encantada a Rusia.

Si ante la incontenible ola de inmigrantes ilegales el Presidente Biden ya se mordió la lengua y empezó a ampliar el muro fronterizo (¡de Trump!), ahora, luego de las imágenes del fin de semana, todos los políticos estadounidenses van a tener que adoptar un discurso y acciones concretas para asegurar su frontera sur y tranquilizar a sus votantes. Digamos que las radicales medidas migratorias del gobernador de TexasGreg Abbot, se convertirán en una nueva normalidad no sólo para Texas, sino para el resto de los estados fronterizos.

Y ni qué decir que en la campaña presidencial en curso en EU: nos van a agarrar de su “piñata”. Allá, como el mejor posicionado está Donald Trump (R), quién está radicalizando su narrativa antiinmigrante y antimexicana. También, ayer se inscribió como candidato presidencial independiente el radical senador antimexicano John Kennedy (sí, ese que, criticando a México por su política antidrogas, señaló en el Congreso que, sin su país, “estaríamos comiendo comida de lata, para gatos y viviendo en una carpa de traspatio”).

Y, finalmente, el actual presidente Joe Biden (D), a quien no le va a quedar más que endurecer su discurso antiinmigrante y fortalecer sus fronteras ante lo que aconteció en Israel y ante el descontrol que está aconteciendo en la frontera sur, con 2.3 millones de arrestos en lo que va del año y el pasado octubre rompiendo récord, con cerca de 290 mil arrestos.

Así que, si la 4T había logrado medio conducir la política bilateral con EU y salir bien librada, la suerte se nos acabó el fin de semana con la guerra en Israel y las imágenes de su frontera siendo “barrida” por un grupo criminal. En EU van a poner sus “barbas a remojar” y debemos estar listos para ello. De hecho, ya empezaron. ¿Estaremos listos nosotros para los cambios que vienen?

Cambiando de tema. Tuve la oportunidad de visitar la bella ciudad de Oaxaca este fin de semana. Todo espectacular, como siempre, pero la crisis migratoria también se vive ahí, y decenas de miles de venezolanos acampan y piden limosna por toda la ciudad. Los gobiernos estatal y municipal, rebasados. El INM también. ¿Habrá algún plan? ¿Cuántas ciudades de México están ya desbordadas por migrantes? Es una tragedia humana sin precedentes.

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