La deserción de estudiantes de educación básica y media superior es uno de los problemas más serios que nos trajo la pandemia en el ámbito educativo y de la que poco se habla. En el primer ciclo escolar afectado por la pandemia la deserción no mostró números preocupantes, pero empezó a notarse un abandono consistente de las actividades a distancia. Primero porque los alumnos y sus familias no contaban con los medios para conectarse con sus docentes. En algunos casos había un teléfono celular inteligente, pero no había conectividad a internet permanente y estable. Así que pagaban datos por día para mantenerse conectados. Sin embargo, en muchas ocasiones el dispositivo familiar, tenía que compartirse para que más de un miembro de la familia tomara clases. Eso disminuía el tiempo posible de conectividad de cada miembro de la familia.

Por otro lado, están los estudiantes que, por vivir en zonas sin conectividad a internet, se vieron imposibilitados de tomar clases a distancia, pues en su comunidad no hay conexión y si la hay es muy inestable, por las condiciones orográficas en las que se encuentra la comunidad. En estos casos, muchos profesores se acercaron a las comunidades en las que trabajan, o vivían en ellas y buscaron a sus alumnos, algunos de casa en casa, para no juntarlos en un mismo espacio, otros es el patio de la escuela o en la plaza pública que diera condiciones de ventilación o sana distancia y por supuesto, no todos los alumnos de un docente al mismo tiempo.

En este primer momento, muchos alumnos o sus familias decidieron dejar la escuela mientras las cosas volvían a la normalidad, pero en ese momento no imaginábamos que la pandemia duraría tantos meses, a esta altura ya llevamos 19 meses de pandemia, nos mantuvimos 16 meses con las escuelas cerradas y apenas llevamos 3 escasos meses de modalidad híbrida.

Pero volvamos a lo que pasó el segundo año escolar y la deserción. De entrada, un porcentaje significativo, se habla del 30% no regresó a las aulas, se dice que en muchos casos los estudiantes sienten que no aprenden, por otro que los padres (ambos) tienen que trabajar y no pueden acompañar a sus hijos en las actividades escolares cuando son pequeños, entonces los encargan con alguien o de plano deciden que no entren a las actividades educativas, porque no pueden estar con ellos. Y aquí hay otro tema serio, las acciones de los padres de familia en la actividad escolar de sus hijos, pero es harina de otro costal que trataremos en otro escrito.

Y en el transcurso del año escolar muchos estudiantes fueron retirándose de las aulas virtuales, dadas las condiciones de virtualidad, la falta de recursos y sobre todo el poco significado que tuvo para los alumnos y sus padres el aprendizaje que se estaba logrando en estos medios. Algunos especialistas hablan de que el porcentaje de deserción alcanzó hasta el 45%. En todos los niveles educativos se esperaba que un buen porcentaje de los que abandonaron, lograran incorporarse con la modalidad híbrida y posteriormente con la modalidad presencial. Es decir, no son desertores definitivos, sino “temporales”, que la modalidad a distancia no les vino bien para sus formas de aprender, no tuvieron recursos, no hubo quién los acompañara, o se vieron obligados a trabajar para ayudar a sus familias a tener el sustento para la sobrevivencia diaria.

Con la modalidad híbrida, que es el tercer momento, no hay claridad de cuántos volvieron, porque de los que inscribieron el ciclo escolar 2020-2021, no se dio de baja a nadie y no es claro cuántos se fueron y regresaron. Sin embargo, los profesores perciben desniveles en el aprendizaje de sus alumnos, pero no saben si es por el abandono o porque no tuvieron acompañamiento o porque nadie les ayudó a reforzar lo aprendido. Lo cierto es que hay desniveles en el aula, más de los que hay normalmente en un grupo. Entonces aquí se está debatiendo sobre cuáles son los aprendizajes esenciales, esos mínimos necesarios para que los alumnos puedan seguir avanzando. Yo votaría por español, lenguaje, y por supuesto matemáticas. Mi insistencia en este y otros textos es que, si los alumnos desarrollan habilidades lingüísticas y de pensamiento lógico matemático, todo lo demás lo podrán aprender en otro momento. Pues como estos contenidos se relacionan con la madurez mental y el desarrollo del pensamiento, son indispensables para no perder a una generación en el desarrollo de su pensamiento crítico y creativo.

Así que, en días pasados le pregunté a una profesora que cuántos alumnos habían regresado a la escuela, después del abandono y su respuesta fue “no estoy segura, nunca tuvimos bien los números, unos se iban por unas semanas y volvían, otros no han vuelto, ni aún ahora; pero como ahora ya tengo otro grupo, ya no sé”. Entonces, por ahora no sabemos con exactitud cuántos alumnos abandonaron temporalmente y cuántos lo han hecho de forma definitiva, y tampoco sabemos aún, cuál es el daño en aprendizajes no logrados, aunque en poco tiempo estaremos viendo las consecuencias que, en aspecto educativo, ha dejado la pandemia.

Google News