La mitad de la población de México ya ha estado expuesta al coronavirus. Esto significa que ya padecieron el virus, con síntomas o sin ellos, y generaron anticuerpos. De esos 65 millones de personas, 505 mil habían muerto de manera directa o indirecta a consecuencia de este virus hasta este jueves 18 de marzo.

¿Cómo sabemos esto? Parece raro, si consideramos que las cifras de fallecidos por Covid confirmadas por las autoridades eran, hasta anoche, 196 mil 606 personas.

Explicaré brevemente qué es el exceso de mortalidad. Usemos como ejemplo un pueblo de México.

Cada año mueren ahí, digamos, unas 10 personas. A veces pueden ser ocho, y otros años quizá sean 12. Pero en promedio son 10. Luego viene una pandemia, no hay vacunas, los hospitales colapsan, así que en ese año mueren los 10 que solían morir, más otros 10 que contrajeron el virus, tenían cáncer y no recibieron tratamiento, o asma, y no había oxígeno. Estos 10 fallecidos “extras”, que no morirían en un año “típico” son la cifra que los especialistas llaman “exceso de mortalidad”.

El 2 de enero de 2021 fue uno de los peores días de la pandemia en México. Hubo 126 mil 851 muertos confirmados por Covid, desde el inicio de la crisis, y 326 mil 609 fallecidos en el “exceso de mortalidad”. Ambas cifras son de la Secretaría de Salud. Si dividimos la cifra mayor, el exceso, entre la menor, los confirmados, obtendremos un numerito, un factor, que permite saber que la situación es mucho más terrible de lo que creíamos. Este “factor” es aproximadamente 2.57. De manera que si usted quiere saber qué está pasando en realidad, debe multiplicar por 2.57 cada cifra de fallecidos “confirmados” que den las autoridades.

Este ejercicio matemático tan simple ha llevado a los expertos Arturo Erdely, Mario Romero y Laurianne Despeghel al convencimiento de que en México las muertes nunca bajaron a sus niveles de años “normales”, ni siquiera en los meses cuando parecía que los picos habían sido domados. Su crítica a la estrategia del gobierno es mordaz y se basa, crudamente, en los números de las propias autoridades.

Arturo Erdely, matemático, considera que en México “se dejó correr” la pandemia, sobre todo en las semanas terribles entre noviembre y febrero, y un 25% de la población se contagió solo en ese periodo. Lea esto de nuevo: unos 30 millones de personas, contagiadas en unas 10 semanas. Ahora, Erdely considera que los contagios de los días de Semana Santa no serán tan graves, justamente porque hay una mitad de la población con anticuerpos. En cambio, le preocupa lo que venga a partir de octubre, si no avanza a mejor ritmo el plan de vacunación.

Los analistas de datos Laurianne Despeghel y Mario Romero mostraron, desde mayo hasta febrero, que cada anuncio triunfalista, cada semáforo naranja que en realidad debía ser rojo, se reflejaba en una cifra creciente de fallecidos.

Desde mayo de 2020, los analistas comenzaron a usar datos del registro civil de la Ciudad de México para calcular cómo aumentaban las muertes en una desproporción alarmante, respecto a años anteriores. Sus análisis independientes de las actas de defunción en la capital permitieron que se transparentara, meses antes de que el gobierno lo hiciera, que las cifras de víctimas de la pandemia eran mucho mayores a las de los casos confirmados.

Al gobierno no le ha gustado esto. Primero les pusieron trabas para descargar los datos públicos, nunca reconocieron su trabajo como un aporte y finalmente, a finales de febrero de 2021, dijeron que violaban la privacía de los fallecidos y les eliminaron el acceso, que se supone público. “La investigación está suspendida, me sorprendería que el gobierno dé marcha atrás”, me dijo Romero en entrevista.

México cumple un año de pandemia, con casos a la baja, discursos triunfalistas y datos públicos incompletos. Estos muertos “en exceso” quizá no fallecieron todos por Covid, pero sí podrían estar vivos si la gestión de la pandemia hubiera sido más ordenada, más transparente, si hubiéramos visto menos anuncios de “ya domamos al bicho” y más de “usa cubrebocas”.

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