La política pragmática valora más la eficacia y la estabilidad de un gobierno que la actitud personal de un líder que debe, además, saber administrar las circunstancias políticas en aras de mantener el control independientemente de sus defectos y /o cualidades personales.

En los últimos días ríos se han escrito acerca de la mezcla de situaciones y personajes trágicos con elementos humorísticos que finalmente cayeron al abismo del ridículo. La divina comedia neolonesa protagonizada por Samuel García y los enredos tras bambalinas de López Obrador generaron una estela de caos político, mediático y jurídico.

El resultado ha exhibido de manera brutal la mezcla de tonos sin equilibrios entre la avaricia, el drama y la frivolidad.

La Sultana del Norte, otrora joya de orgullo político e identidad, tiznada por la soberbia del novato gobernador y los intereses de un círculo de personajes despilfarradores.

El exceso de vanidad alimentado estratégicamente desde los pasillos del palacio llevó a García a copiar de su titiritero ese comportamiento presuntuoso y despectivo hacia las leyes y en su caso, a la Constitución local.

El pleito latente con la oposición —que el líder supremo no analizó bien o subestimó— generó un clima de polarización y división en la sociedad regiomontana dificultando la colaboración y el consenso político. El resultado del desastre ha golpeado la línea fosfo de flotación naranja desencadenando la ira y los lamentables amagos de Dante mostrando una falta de control emocional emulando a pie juntillas el comportamiento distintivo mañanero de esa emoción dominante y destructiva.

El botón obsequiado por el gobernador García que desencadenó el infierno de Dante regala aún la posibilidad de atestiguar el Purgatorio y el Paraíso naranja-moreno de cara al 2024.

Mientras tanto diariamente se pavimenta el camino minado hacia la madre de todas las batallas que colocará a la ciudadanía en la disyuntiva de continuidad o cambio. En medio del calor de las (¿pre?) campañas se sueltan los demonios en un contexto político de peligrosa polarización donde desde el partido en el poder se contribuye a su intensificación fomentando discursos, actitudes extremas incitando al resentimiento político social que parece estar esperando el disparador del conflicto latente que no distingue colores partidistas. Morena y su media naranja viven su propio infiernito doméstico donde la protagonista es la hoguera de las vanidades inundada de retórica, venganza y tácticas divisivas.

En el torbellino incontrolable del desaseo regiomontano se palpan las consecuencias negativas de esa polarización y del efecto corrosivo de la manipulación de la información.

El resultado de tantos años construyendo este escenario no será favorable para Morena ni para la oposición si no se analiza con estrategia y prospectiva.

La importancia de la identificación y corrección de las debilidades y/o problemas potenciales podrán ayudar a empujar la percepción del agotamiento del modelo cuatroté para tener un impacto desproporcionado en el conjunto del ánimo ciudadano harto de los fracasos en esferas estratégicas.

Ese ánimo que ninguna muestra en las encuestas de hoy, logra interpretar.

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