La foto de Presidencia lo reveló todo, o casi todo. Desde el atril de Palacio Nacional, Claudia Sheinbaum habla a la nación y frente a ella se despliega un mosaico que sintetiza el nuevo tablero político. En las primeras filas, con sus trajes oscuros, la guayabera blanca de Hugo Aguilar y el semblante solemne, se alinean ocho de los nueve ministros entrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que a partir de este martes asumen funciones junto con el resto del nuevo Poder Judicial.

Metros atrás, otras hileras las ocupan los empresarios, algunos de los que más negocios han hecho con el Estado, ya sea mediante concesiones o contratos públicos, como Carlos Slim, su hijo Carlos Slim Domit, y Germán Larrea. También directivos de constructoras de obra pública y conglomerados industriales como Guadalupe Phillips, de ICA; Antonio del Valle Perochena, de Orbia; Adrián Sada, de Vitro; magnates de emporios turísticos y con cercanía al gobierno, como Daniel Chávez, de Grupo Vidanta; dueños y altos ejecutivos de medios de comunicación como Alfonso de Angoitia y Bernardo Gómez, de TelevisaUnivision; Ángel Mieres, de Grupo Andrade y El Heraldo de México; Olegario Vázquez Aldir, de Grupo Vazol e Imagen; Manuel Arroyo, de Grupo Lauman y El Financiero; y Hugo Camou, de ISA Corporativo. Del sector farmacéutico, Rodrigo Herrera, de Genomma Lab; Gina Diez Barroso, del sector de educación y consejera del CADERR, que encabeza Altagracia Gómez; Pita de la Vega, el presidente del CCE, Francisco Cervantes y Héctor Sulaimán.

No faltaron los liderazgos legislativos, algunos convertidos en personajes incómodos para la presidenta, como Adán Augusto López y Gerardo Fernández Noroña, a quienes mandaron a las filas cuarta y sexta, respectivamente. Junto a Ricardo Monreal, uno de los que todavía tiene la confianza de Sheinbaum, fueron ubicados en lugares menos visibles, pero presentes como recordatorio de las tensiones internas del movimiento. La escenografía fue un mensaje en sí misma: ministros en bloque, empresarios cercanos en primera línea y operadores políticos en segunda fila.

En medio de todos, como el gran elefante en la sala, la reaparición de Andrés Manuel López Beltrán. El hijo del expresidente y actual secretario de Organización de Morena, ausente durante semanas tras el escándalo de su viaje a Tokio, apareció sentado junto a la presidenta del partido, Luisa María Alcalde. La postal fue interpretada como una señal de tregua, un gesto de paz en medio de rumores de ruptura con la dirigencia nacional de Morena, pero el hielo que había entre ambos pudo haber congelado los flashazos de las cámaras. Esa imagen cargada de símbolos fue tan relevante como las dos veces en las que la presidenta mencionó al movimiento como símbolo de unidad.

En el discurso, Sheinbaum desplegó números para reforzar la narrativa de estabilidad. El PIB creció 0.9% en el primer semestre de 2025 respecto al mismo lapso de 2024, de acuerdo con el Inegi. Consciente de lo limitado del dato, eligió resaltar solo la cifra del segundo trimestre: “Aun en medio de las circunstancias difíciles, nuestra economía muestra fortaleza, un crecimiento anual estimado de 1.2%, frente a las expectativas catastróficas”. Los ingresos públicos sumaron 5.95 billones de pesos al 31 de agosto, un alza real de 8.5%, con la promesa de que no habrá nuevos impuestos en 2026.

Los programas sociales siguen siendo la piedra angular. 12.1 millones de adultos mayores reciben pensión, 1.5 millones de personas con discapacidad tienen apoyo y 7.2 millones de estudiantes cuentan con beca. Una instantánea de la aprobación popular de Sheinbaum y de lo que podría venir en el 2027.

A esto se suman tres nuevos esquemas: la Pensión Mujeres Bienestar, la beca “Rita Cetina” y el plan “Salud Casa por Casa”, que requerían más presupuesto en 2026. En salud se prometen 20 hospitales nuevos y el programa “Laboratorio en tu Clínica”. En vivienda, la meta es 1.7 millones de casas durante el sexenio.

La presidenta dedicó una parte de su discurso a la infraestructura y energía: más de 3 mil kilómetros de vías férreas modernizadas, el tren Maya y el Interoceánico bajo operación estatal, Pemex con proyectos de producción costa afuera y la CFE con 67% de la generación eléctrica. En seguridad, afirmó que los homicidios dolosos bajaron 18% respecto al inicio de la 4T y agradeció a la Sedena, la Marina, la Guardia Nacional, a Omar García Harfuch y al fiscal Alejandro Gertz Manero.

En lo político, el discurso mostró sus lealtades. López Obrador fue mencionado cuatro veces, como padre fundacional de la transformación. La palabra austeridad apareció dos veces, y esta vez la frase “el poder es humildad” no fue pronunciada.

El Informe dejó dos narrativas paralelas: la de los números, que hablan de estabilidad y expansión social, y la de las imágenes, que retratan una Corte alineada, gobernadores oficialistas y de oposición en un mismo evento; empresarios cercanos al poder y un hijo reaparecido como símbolo de unidad familiar y política.

Posdata 1

Hablando de Carlos Slim, el hombre más rico de México acaba de sumar una nueva pieza a su negocio energético. El gobierno federal le otorgó, vía su empresa Energías Alternas, Estudios y Proyectos (Grupo Enal), una concesión de 30 años para explorar y aprovechar recursos geotérmicos en Guanajuato. El título, publicado ayer en el Diario Oficial, le da exclusividad sobre el área conocida como Celaya, donde el ingeniero ya desarrolla una central geotérmica de 26 megavatios que implicará inversiones por más de 80 millones de dólares.

La concesión se otorga bajo la nueva Ley de Geotermia, promulgada en marzo pasado, que permite adjudicaciones directas sin licitación. Así, Slim se coloca en la primera fila de un sector que la presidenta Claudia Sheinbaum quiere impulsar como parte de la transición energética.

En paralelo a sus alianzas con Pemex y sus apuestas en petróleo y gas, el magnate abre un frente renovable que refuerza la diversificación de Grupo Carso. Slim, que suele adelantarse a las reformas y hasta a los movimientos del mercado, está marcando territorio en la geotermia, una energía limpia que en el mediano plazo podría volverse un activo estratégico para México.

Posdata 2

Los proyectos ferroviarios que la presidenta Claudia Sheinbaum presumió en su primer informe como símbolo de modernización y conectividad, ya enfrentan una prueba de fuego; quizá la primera de muchas. Se trata de la licitación de 15 trenes para la ruta México-Pachuca. En la recta final quedaron dos competidores: la española CAF, con una oferta de 9 mil 891 millones de pesos, y la china CRRC Zhuzhou, con una propuesta 40% más barata, de 5 mil 845 millones. El contrato incluye suministro, talleres y mantenimiento por varios años, clave para la operación que conectará la capital con el AIFA.

El dilema no es sólo técnico o económico. La participación de una empresa china en infraestructura estratégica revive las tensiones con Estados Unidos en plena guerra comercial de Trump con el gobierno de Xi Jing Ping y en vísperas de la renegociación del T-MEC. Estados Unidos ya ha advertido sobre la creciente huella china en sectores críticos mexicanos, por lo que proyectos como este se convierten en un asunto a revisar en las mesas de negociación.

Basta recordar el fallido tren México-Querétaro, cancelado en 2015 por la presión política y las sospechas sobre la inversión china. Un antecedente incómodo que hoy vuelve a rondar si el gobierno mexicano opta por adjudicar un contrato de este tamaño a CRRC.

Posdata 3

A un día de la instalación del nuevo Poder Judicial, Pío López Obrador reapareció con una nueva amenaza contra la libertad de expresión. Aunque el hermano del expresidente Andrés Manuel López Obrador asegura haber sido “exonerado” por las autoridades electorales tras los videos en que se le vio recibiendo sobres de dinero en efectivo, ahora dice que seguirá exigiendo “la reparación del daño” a Carlos Loret de Mola y a Latinus. Es decir, busca silenciar a los periodistas que exhibieron las evidencias, en lugar de rendir cuentas por lo que las imágenes y videos mostraron.

El caso Pío es un ejemplo claro del doble rasero en Morena: por un lado se victimiza, se asume perseguido, pero cuando tiene oportunidad, lanza advertencias que rayan en la intimidación y en un intento por censurar. No es un hecho aislado. Lo mismo hemos visto en los desplantes de Beatriz Gutiérrez Müller contra la prensa y en otros cuadros morenistas que sueñan con usar al nuevo Poder Judicial como medio de intimidación y presión.

La amenaza a Carlos Loret y a Latinus no sólo es un ataque personal, sino un nuevo intento de socavar la libertad de expresión. Pío López Obrador pretende voltear la página de sus escándalos atacando a quienes los documentaron. Frente a este patrón de hostigamiento, es necesario un cierre de filas. La solidaridad con los periodistas perseguidos no es opcional, es la defensa mínima de la democracia frente al poder y sus abusos.

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