'El activismo es una decisión de vida.  
Las raíces culturales también son raíces de la lucha.’ 

La primera vez que vi a Martha Sánchez Néstor fue en una reunión de diferentes líderes sociales y políticos en la que, buscando una mesa para sentarme a comer, opté por aquella en la que se escuchaban carcajadas a risa suelta. En esa mesa estaban Marcelina Bautista, líder de las trabajadoras el hogar; Eufrosina Cruz, política indígena, y Martha Sánchez, defensora de los derechos indígenas. No me equivoqué, departir con ellas fue una bocanada de aire fresco no solo por los contenidos de sus causas, sino por la autenticidad con la que ejercían su legítimo liderazgo, sin pretensiones intelectualoides y sin acartonamiento discursivo. 
 
Martha nos advertía que tenía que salir más temprano de la reunión a la que nos habían convocado, porque la violencia en Guerrero, su estado, se estaba agudizando y necesitaba apoyar a familiares de víctimas de feminicidio. Ella fue una pieza clave para el movimiento de defensa de derechos de las mujeres indígenas en nuestro país. Uno de sus más valiosos logros fue la defensa que emprendió por los derechos de las distintas etnias, tanto que se hizo cargo de realizar el Segundo Encuentro Nacional de Mujeres Indígenas, el Foro Voces de Mujeres y presidió una importante organización mixta, con 54 de los 56 pueblos indígenas de México: la Asociación Nacional Indígena Plural (ANIP). También trabajó en la creación de la Convención Nacional Democrática en la Selva Lacandona. 
 
Entre algunos de sus logros, nos dejó el legado de formar la Comisión de la Mujer en el Consejo Guerrerense. De ahí se convirtió en una de las defensoras de los derechos de las mujeres indígenas más importantes, además de haber sido activa impulsora de la Ley de Derechos y Cultura Indígena, impulsó también un diagnóstico médico y social sobre la mortalidad materna en zonas indígenas y creó la Casa de la Salud en Ometepec. Antes de morir, coordinó la Alianza de Mujeres Indígenas de Centroamérica y México. Era miembro vocal del Consejo Directivo del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, donde también fue directora de Asuntos Indígenas.  
 
Martha debatía con total claridad argumentativa contra la falacia de que los usos y costumbres indígenas eran el origen de los conflictos de las etnias y sus comunidades. Defendía en cambio, la idea de que los problemas que enfrentan los pueblos indígenas son consecuencia de la marginación de sus sociedades, así como de la miseria, la explotación de sus pueblos, la falta de servicios públicos de calidad, la violencia del Estado y la militarización de la zona. 
 
Es duro que ahora que Martha ha muerto, encontrar que cada una de las causas de la marginación indígena sigue vigente. Una de ellas, intensificada en estos dos años y medio del nuevo gobierno lopezobradorista, es la militarización. Para Martha estaba muy claro que el desplazamiento de varias comunidades indígenas comenzaba por la instalación del Ejército o de la Marina en las zonas que el crimen organizado o alguna minera extranjera quisieran ocupar. Los enfrentamientos no tardaban en suscitarse y de ahí el exilio de familias indígenas sin destino claro, que tenían que dejar sus tierras, sus casas, su patrimonio de generaciones.  
 
La otra causa identificada en su lucha del día a día fue la falta de servicios públicos de calidad, entre ellos servicios de salud dignos. Martha murió a los 47 años de edad a causa de complicaciones por Covid19. Está claro que los pueblos indígenas de México son especialmente vulnerables ante la pandemia de Covid-19 y han tenido un acceso más limitado a las vacunas, lo que pone en riesgo no sólo a los individuos que integran dichos grupos, sino incluso la existencia misma de comunidades enteras, en algunos casos. Guerrero solo tiene al 25% de su población mayor de 18 años vacunada. Es el segundo estado con mayor pobreza, 66.5% de su población vive en situación de pobreza. Uno de los cinco estados con menor acceso a vacunas en el país. 
 
Cada muerte por Covid19 duele, cada ausencia pesa. El hueco que deja Martha Sánchez es profundo y se agudiza cuando la causa de su muerte era una razón fundamental de su lucha: acceso a servicios de salud para pueblos indígenas.

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