Todos sabíamos que luego de aprobarse la reforma que permite la permanencia de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública, los legisladores trasladarían la atención y la polémica a la reforma electoral. Aun así, vale la pena recordar algunos episodios del proceso que llevó a la aprobación de la reforma militar, porque la estrategia podría repetirse.

En septiembre pasado la diputada priista Yolanda de la Torre sorprendió a muchos al presentar una iniciativa para que el Ejército continuara en las calles hasta 2028. El viraje del Revolucionario Institucional se entendió como el resultado de un acuerdo entre el gobierno y el cuestionado e investigado presidente de ese partido, Alejandro Moreno. El hecho sacudió a la coalición opositora, dividió al priismo y derivó en la aprobación de la mencionada reforma. Una jugada maestra con resultados óptimos para Morena y sus aliados (viejos y nuevos). Una vez hecho el trámite, la diputada de la Torre pidió licencia, se levantó de su curul, tomó sus cosas y se fue. Aún no terminaba el proceso de aprobación y ella ya estaba fuera del Congreso.

Según el coordinador de los diputados de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Maynez, esta escena podría repetirse. El legislador aseguró que la dirigencia priista ya acordó con Adán Augusto López la aprobación de la reforma electoral que quiere el presidente López Obrador. “Tenemos información de que el PRI ya pactó, como sucedió en el caso del Quinto Transitorio, con el secretario de Gobernación y va a salir el PRI en los próximos días con la noticia de que tiene una contrapropuesta de Reforma Electoral que va a afectar las facultades sustantivas del Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación”.

El PRI reaccionó a esta acusación a través de redes sociales llamando hipócritas a los integrantes de Movimiento Ciudadano por llevar tres años dividiendo el voto opositor para facilitar el triunfo a Morena. Por la misma vía el partido dijo también que en el tricolor no hay pactos. Como sea, la duda está sembrada. Si hay o no un acuerdo con el PRI para aprobar la reforma electoral, pronto lo sabremos. Si ese acuerdo incluye el apoyo a algunas candidaturas, se verá en su momento.

Ya el secretario de Gobernación anticipó que habrá reforma electoral antes de que termine el año. Falta ver en qué términos. Y es que hay muchos intereses en juego. Por un lado, los partidos pequeños que han votado históricamente junto a Morena pueden ser perjudicados si la iniciativa presidencial se aprueba sin cambios. Por otro lado, quienes se dicen parte de la oposición, pero tienen expedientes abiertos, podrían nuevamente colocar su voto en donde quede garantizado el blindaje a su persona.

Si los votos a favor se alcanzan por obediencia ciega o por un intercambio de impunidad, es lo de menos. La tarea es aprobar la reforma, aun si eso se traduce en un debilitamiento de las instituciones electorales y, por lo tanto, de la democracia. De las consecuencias para el país que se preocupen otros. En esta lógica de “sálvese quien pueda”, pronto se verá quiénes son los verdaderos hipócritas.

@PaolaRojas

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