Como bien se sabe, en todos los partidos políticos hay personajes honorables (los menos) y los hambrientos de poder dispuestos a lo que sea para enriquecerse a costa del erario público (la mayoría).

Dentro de esa última especie, también hay categorías: los que disimulan para tratar de que su opulencia pase inadvertida (los menos); los que heredaron cargos y dinero bien y mal habido y aquellos nuevos ricos que se lucen sin el mínimo pudor (la mayoría).

Esta última manada está muy bien representada por Gerardo Noroña, quien tras ser evidenciado por placearse al estilo de “Huicho Domínguez”, dijo este jueves: “lo que yo haga con mi dinero, es mi derecho, faltaba más… yo viajo como quiera, hago una fiesta como quiero, compro lo que quiero, es mi dinero, es producto de mi trabajo, eso qué tiene que ver con las políticas públicas de austeridad”.

El “senador” dice muy indignado que se le ha criticado de manera incorrecta por sus viajes VIP, pero el equivocado es este político porque no es malo presumir lujos que se pagan con dinero producto del trabajo honesto, lo cuestionable es ostentar el poder en un país tercermundista donde esos lujos se convierten en privilegios.

Y si el señor -que antes defendía a los deudores de la banca- dice formar parte de la 4T, debería saber que uno de los principios juaristas que fundamentaron la creación de Morena es la “renuncia a los lujos y privilegios para que exista justicia social”.

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