Desde que Claudia Sheinbaum fue pre-candidata en la Izquierda, se abrió un eje desacostumbrado en las campañas electorales del país.

Amén del eje del proyecto económico y social, el eje del género.

Memorables los ataques al género de Claudia. “Esa señora no me manda”, de otro contendiente. “Esa mujer es títere del presidente”, de la Oposición.

Pero al elegir como a su propio candidato a una candidata, a Xóchitl Gálvez, la Oposición dio por cerrada la contienda en el eje del género —y ganamos las mujeres.

Este año tendremos una Presidenta, sí o sí.

Antes de que las mujeres y los hombres feministas cantemos victoria, sería buena una pregunta. ¿Qué significará una Presidenta para las otras mujeres?

El valor simbólico del hecho no puede descartarse. En cada cráneo y cada hogar, en cada empresa y cada institución del país, la certeza machista de que una mujer nace para vivir subordinada a los hombres, se hará pedazos, polvo, nada.

Y sí, las niñas de hoy tendrán sueños más dorados. Con toda naturalidad soñarán con ser ingenieras, doctoras, líderes sindicales, empresarias y agrónomas. Y con ello, al menos en la esfera de las representaciones se sellará el arribo de las mujeres a la igualdad.

¿Y en el terreno material algo más podría suceder?

Debería, si no queremos que una primer Presidenta sea solo un trance simbólico.

Próvidamente, no es terreno incógnito lo que necesitamos las mujeres. Las mujeres en México —incluidas las dos candidatas a la presidencia— compartimos una agenda política, formada por el movimiento feminista a lo largo de cien años y ampliamente difundida.

Según esta agenda, lo más urgente es prevenir y atender las violencias contra las mujeres. El feminicidio, las violaciones, el acoso, otros abusos del arsenal machista.

El segundo rubro, es remediar las desigualdades. La discriminación de paga y la discriminación en los nombramientos a puestos de autoridad, en el sector privado y el público.

La mayoría de nuestras instituciones siguen siendo sexistas: tenemos un Colegio Nacional que ha tenido solo un 11% de colegiados en su historia, de las empresas medianas a grandes solo el 20% tienen directoras. Y eso mientras más de la mitad de los universitarios son mujeres.

En tercer lugar, está atender el trabajo doméstico. Volver visible ese trabajo esclavo que las mujeres hacemos desde hace milenios por amor o a fuerzas —más bien por una y otra razón, según el día— y que es el corazón innombrado y no contabilizado que sostiene a la Economía.

Es necesario darle su valor económico al trabajo doméstico e involucrar al Estado en aliviarlo.

¿Qué tan cercanas a esta agenda están las promesas de las dos candidatas?

Xóchitl Gálvez se ha pronunciado contra la violencia contra las mujeres y también ha repetido a menudo su intención de crear ayudas especiales para que las mujeres emprendan proyectos productivos y se vuelvan económicamente independientes.

Claudia Sheinbaum por su parte ha enfatizado en su campaña lo simbólico, de cierto su lema más difundido es “Es tiempo de mujeres”.

Pero como jefa de gobierno de la CdMx también implementó políticas que disminuyeron a la mitad los feminicidios y los acosos graves; construyó 710 kilómetros de “senderos seguros para las mujeres” en 16 alcaldías y promovió en el Congreso capitalino varios cambios legislativos para la protección de la mujer violentada.

Sobre el trabajo doméstico, Claudia ha prometido llevar a la dimensión nacional el Sistema de Cuidados que hoy funciona en la alcaldía Iztapalapa, un sistema que alivia el trabajo doméstico procurando lavadoras y comedores casi gratuitos, consultoría sicológica para madres e hijos y pagos a los cuidadores de ancianos y enfermos.

¿Por qué Xóchitl no ha ofrecido algo con una ambición semejante?

Lo ignoro. Tal vez lo hará en los próximos meses que restan antes de las elecciones. En todo caso, habría que preguntárselo.

Como habría que preguntarnos por qué las mujeres de la prensa no hemos colocado el tema de Las Mujeres en la agenda nacional de esta elección, al mismo nivel que el porvenir de la Salud o la Economía.

Debíamos. Es tan importante. O más.

Y llevarlo al terreno de la información nos asegurará asegurarnos que sea Claudia o sea Xóchitl la próxima presidenta, eso derivará en una mejor vida para todas las mujeres.

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