Una vez que el juez dictó la sentencia de 35 años de cárcel a Genaro García Luna y fue encerrado en la celda 345 del Centro Carcelario del Estado de Nueva York, pareció que la inquietud en torno a su nombre había cesado.

Falso. Apenas iniciaba.

A la mañana siguiente don Genaro abrió un foro en Facebook y vestido en un mono naranja, con la cabeza rapada y las muñecas reunidas por las esposas, lo anunció así:

—Esto apenas está empezando y. Y. Y. –Era tartamudo el preso. —Y no les aviso hasta dónde llegará. Que diámetro tendrá el círculo que. Que iluminaré con mis confe. Confesiones.

Esa mañana enumeró, así de memoria, ante su celular, reclinado contra un vaso de vidrio vacío, todos los nombres de los políticos mexicanos con los que tuvo tratos no absolutamente legales.

La confesión duró 5 alarmantes horas. Empezó con los nombres del sexenio de Vicente Fox, donde fue director de la AFI; abarcó el de Felipe Calderón, donde fue secretario de Seguridad; el de Peña Nieto, cuando don Genaro se había convertido en un free-lance de la seguridad allende del Río Bravo; y oh enorme y expansivo asombro, en cierto momento los nombres castizos se convirtieron en nombres anglosajones.

—Saludos gringos chulos a ustedes tam. Tam. También los saludo –concluyó el preso antes de adelantar las manos esposadas y con un dedo concluir la transmisión.

A la mañana siguiente el preso de mono naranja volvió a colocar el celular contra el vaso vacío, pulsó los vínculos que lo conectaron al foro de FB y anunció viendo a la pantalla.

—Ahora va la lista de los narco. Narcotraficantes. Son más de los que creen.

Entró en estado zen, de profundo silencio interno, y sus labios empezaron a nombrar sin emoción. Igual que el día anterior, pasados los 3 mil nombres castizos, los nombres se volvieron anglosajones y luego adquirieron un sabor españolísimo y por fin turco, árabe e israelí.

—¿Creían que la droga saliendo de. De nuestra santa Patria Mexicana. Se distribuye por el mundo sola? —dijo don Genaro.

A la mañana siguiente estaba otra vez a las 11 am en punto abriendo su foro en FB el truhan más sociable de la Historia.

—¿Listos para los perio. Perio. Periodistas y los directores de ONGs? –preguntó.

García Luna no mostraba sentimientos al dejar caer los nombres, aun si por momentos el extremo de los labios se le alzaba un momento, en una media y rápida sonrisa.

La verdad es que sí disfruta la venganza, también el poder que ejercía en ese momento para perturbar vidas ajenas, y sí, también la justicia.

—¿A poco creían que iba yo a pagar por. Por todos mis amados cómplices?

A la mañana siguiente se quedó muy quieto ante el ojo del celular. 30 millones de espectadores aguardaban su voz, cada cual tras una pantalla.

—Funcionarios –dijo por fin.

La lista abarcó 24 años y dos países, e incluía a los altos mandos de varias organizaciones de seguridad de Norteamérica y sobre todo de México, más de la mitad de ellos y ellas todavía en funciones en el sexenio del presidente Obrador.

A la mañana siguiente García Luna miró el ojo del celular y murmuró:

—Empresarios.

30 millones de espectadores soplaron al unísono en varios idiomas:

—Joder…

La confesión menos importante ocurrió a la mañana siguiente. García Luna dijo:

—Antes de concluir mis confesiones, no quiero olvidar. Olvidar a mis queridos policías de a pie. Mexicanos y gringos. No soy hombre que no recuerde a sus amigos, solo porque. Porque no son famosos y son pobres.

Fue después de esa última y larguísima confesión que emergió el movimiento Todos Somos García Luna, que como bien sabe el lector, la lectora, se ha convertido en el partido político CST —la Corrupción Somos Todos— que contiende por la presidencia del país abanderado por su candidato –García Luna— y con un proyecto tentador sintetizado en una frase.

La Corrupción alcanza para Todos (si todos le entramos).

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