El nombramiento del nuevo titular de la UIF tiene una doble e interesante lectura: por un lado, con la salida de Pablo Gómez y la llegada de Omar Reyes Colmenares, la presidenta Claudia Sheinbaum hace uno de sus primeros nombramientos enteramente decidido por ella, en un área estratégica que ocupaba un recomendado de su antecesor, lo que significa que la doctora ya empezó a sacudirse las herencias e imposiciones de López Obrador y a elegir a sus propios colaboradores; y por el otro lado, la fuerza de Omar García Harfuch crece cada vez más en el gabinete y el llamado “supersecretario” consolida su equipo y también su control de la seguridad.
No es algo menor que Sheinbaum haya decidido remover a un dinosaurio de los duros de Morena, ni tampoco puede ignorarse que la decisión la toma en el marco del “Acuerdo de Seguridad” que recientemente ella anunció con el gobierno de Donald Trump, que estaría próximo a firmarse entre los dos países y cuyo contenido aún no se conoce. Y en esa coyuntura, de presiones desde Washington y cesiones desde México, es muy probable que el relevo haya sido sugerido dentro de dicho acuerdo y que el nombre de Omar Reyes también haya sido avalado por la Casa Blanca, que hoy ha convertido a García Harfuch en uno de sus interlocutores más directos y confiables para los temas de la seguridad binacional y el combate que viene a los cárteles terroristas mexicanos.
Porque con la asignación de la UIF a uno de sus hombres más cercanos, Harfuch cierra ya la pinza que le dará un control total y absoluto de la estrategia de seguridad y combate al crimen organizado y de la inteligencia civil federal, en el que ya tiene a Francisco Almazán Barocio como director del Centro Nacional de Inteligencia, y ahora tendrá a Reyes Colmenares como director de la Unidad de Inteligencia Financiera. Esta última posición ya la había solicitado el secretario de Seguridad desde 2024, pero en su momento no se la dieron porque López Obrador impuso la continuidad de Pablo Gómez, y también por el argumento de que los tratados internacionales en materia de lavado de dinero piden evitar que en el manejo de la inteligencia financiera haya policías que desvirtúen el funcionamiento de esas áreas.
Hoy está más que claro que Omar García Harfuch se ha convertido no sólo en el “hombre fuerte” de la seguridad federal y de la presidenta Sheinbaum, sino también en uno de los pocos funcionarios mexicanos del gabinete federal –quizás junto con Marcelo Ebrard— a los que les tienen confianza en Washington y los reconocen como interlocutores y negociadoras válidos para los acuerdos con el gobierno de México.
Pero lo que se ve hacia afuera o incluso dentro de Palacio Nacional como algo positivo, que es la fuerza y el control que hoy acumula el secretario de Seguridad, no necesariamente se ve igual hacia adentro de Morena, sobre todo en los sectores más duros del actual régimen gobernante, en donde mantienen su recelo hacia la figura de Harfuch, al que ya intentaron cerrarle el paso al descarrilarlo de la candidatura a Jefe de Gobierno de la CDMX en las pasadas elecciones en la que ganaba todas las encuestas, aunque al final la presidenta lo protegió y rescató al llevarlo a su gabinete.
El empoderamiento de Omar García reaviva esa pugna al interior de Morena por dos razones: primero porque no lo ven como parte de su movimiento y saben que, con tanta riqueza y opulencia que empiezan a exhibir algunos morenistas, el titular de Seguridad no tendría empacho en rastrear los orígenes del dinero de quienes aparezcan involucrados en actos de corrupción o colusión con el crimen organizado; y segundo porque su imagen puede crecer tanto que podría colocarlo en la ruta de la sucesión presidencial de 2030 como un muy factible candidato de la presidenta Sheinbaum.
Y si los duros ya le cerraron el paso a las aspiraciones políticas de Harfuch en la CDMX, con el argumento de que no representaba al movimiento, ahora perfectamente podrían intentar sabotearlo bajo señalamientos de ser “el hombre de Estados Unidos” para la próxima sucesión.
Así que al “supersecretario”, al que muchos aún comparan con el Batman de los comics, no le esperan tiempos fáciles. De un lado tendrá que enfrentar, ahora sí de manera frontal y decidida, a los cárteles y capos de la droga una vez que se firme y empiece a aplicar el “Acuerdo de Seguridad” con Estados Unidos, y del otro tendrá que cuidarse también de los duros de Morena que buscarán cerrarle el paso a cualquier aspiración política. Y, como decía el otro personaje de ficción: “Un gran poder también implica una gran responsabilidad”, y en este caso, para García Harfuch también grandes riesgos y presiones.
NOTAS INDISCRETAS… Y para muestra del enorme desafío que hoy significa el narcotráfico y la violencia que genera, ayer en Reynosa asesinaron con una granada en su camioneta al delegado de la Fiscalía General de la República en Tamaulipas, Ernesto Cuitláhuac Vázquez. El funcionario federal circulaba ayer por la tarde por una transitada avenida de la ciudad fronteriza cuando le arrojaron una granada a la Suburban que manejaba la cual estalló dentro del vehículo. Él quedó herido y tirado en el piso y, con lujo de impunidad y violencia, un comando armado se acercó para rematarlo y asesinarlo de varios disparos, sin que ninguna autoridad, policía o patrulla de ningún tipo se apareciera en el lugar. Todo ocurrió en el Boulevard Hidalgo a unos cuantos kilómetros del Puente Internacional que conecta a Reynosa con la ciudad de Hidalgo, Texas, es decir, en plena frontera con los Estados Unidos. Luego no quieren que digan que los narcos controlan al país… Y a propósito de narcos, ayer los activistas de Guacamaya Leaks filtraron documentos federales que identifican y ubican a Horacio de la Cruz Mazariegos “El Botanas”, como uno de los principales traficantes de drogas para el Cártel de Sinaloa en Chiapas. Según la inteligencia federal, este sujeto coordina el trasiego de drogas en Chiapas, provenientes de centro y Sudamérica hacia México y los Estados Unidos, controlando desde la frontera sur con Guatemala hasta los límites con la costa de Oaxaca, de Tabasco y en las regiones de la Sierra y la Selva chiapanecas. Pero no sólo eso, resulta que en los mismos documentos federales se revela que “El Botanas” también hacía negocios millonarios con los alcaldes chiapanecos que le asignaban contratos de obra pública a la empresa “Construcciones y Diseños de la Cruz Gallegos” en la que él figura como dueño y que recibió varias asignaciones de obras de pavimentación hasta por 21 millones de pesos en municipios como Tuxtla Chico y Metapa, gobernadas el primero por el priista Julio Enrique Gamboa, y el segundo por el alcalde “independiente” Leobardo López. O sea que además de narco, también era constructor y se llevaba millonadas de los municipios chiapanecos. Ante la dimensión del escándalo, anoche mismo salió el fiscal de Chiapas, Jorge Luis Llaven, a anunciar que dará vista a la Auditoría Superior del Estado para que investigue a los dos municipios, pero el fiscal aprovechó para culpar de la descomposición narca en Chiapas al anterior gobernador de Morena, Rutilio Escandón, para mayores señas actual cónsul de México en Miami y cuñado del senador en el ojo del huracán, Adán Augusto López. “En gobiernos anteriores hubo un abandono político en cuanto a la seguridad de los municipios. Hoy la nota menciona presuntos vínculos de la delincuencia organizada con algunos actores políticos municipales y que esto ha favorecido contratos y algún tipo de convenios que tengan los ayuntamientos”, dijo el fiscal Jorge Luis Llaven. Lo curioso es que él ya era fiscal en el gobierno de Rutilio Escandón y nunca dijo nada de lo que hoy acusa. ¿No sabía entonces lo que pasaba y si lo sabía por qué no lo investigó y lo denunció?... El exembajador de México en Estados Unidos en el sexenio de Felipe Calderón, Arturo Sarukhán, mandó el siguiente texto a esta columna, a propósito de lo publicado el sábado pasado en este espacio con el título “El Bloque Anti4T que coopera con Estados Unidos”. Y aunque en esa columna nunca se le menciona por su nombre, él ha pedido su derecho de réplica y se publica textual su comunicación: “Estimado Salvador, Espero te encuentres bien. Como de costumbre te leo a ti y a tu columna y la de hoy no fue la excepción. Te escribo como te imaginarás con respecto a lo que sugiere tu columna digital de mí, o más bien, lo que entiendo te dicen o asumen desde la 4T. Quería decirte que es completamente falso; yo no colaboro o coopero en ningún aspecto de la política pública de mi país con el gobierno de Trump. Quien diga o infiera eso está viendo moros con tranchetes y no tiene idea de lo que dice. Te quería pedir un favor. como ex colegas de pluma del mismo periódico; ¿podrías en tu siguiente columna en una posdata al final comentar para tus muchos lectores que te busqué y te subrayé el mismo día de tu columna esto (una especie de derecho de réplica si tú quieres en tu propia columna)? Te lo apreciaría y agradecería mucho. Saludos cordiales y buen fin de semana”. Hasta ahí la comunicación del exembajador Sarukhán, al que insistimos, nunca mencionamos por su nombre… Los dados mandan Serpiente Doble. Amenaza caída.