El papel amate, además de ser una artesanía de origen prehispánico, es una de las tradiciones que conservan los habitantes de San Pablito Pahuatlán.

Esta población se encuentra en la Sierra Norte de Puebla, cuyos pobladores pertenecen a la etnia Otomí.

El papel amate tiene un proceso artesanal que comienza con la extracción de un trozo de la corteza del árbol que se hierve con cal y ceniza, y después se deja reposar algunos días.

La pasta que sale de esta mezcla se debe extender completamente y se golpea con una piedra plana para que quede planchada y lisa.

Una vez que se seca por completo bajo los rayos del sol, el papel está listo para su decoración .

Los habitantes de San Pablito aprenden a pintar desde los 10 años, y aprenden a hervir la mezcla a partir de los 20 años.

Tanto hombres como mujeres se dedican a preservar esta tradición que comenzó en épocas prehispanicas.

El papel amate es un patrimonio cultural de San Pablito donde también se fabrican artesanías como la alfarería y el bordado de blusas.

San Pablito Pahuatlán superó una época de marginación y en tiempos actuales acuden a ciudades grandes, como es la ciudad de Puebla, donde venden sus artesanías.

En el pueblo se conservan tradiciones de su religión prehispánica, que convive con el catolicismo y la veneración a la virgen de Guadalupe y a San Pablo, el santo patrono de la localidad.

Pahuatlán, marca la entrada al Totonacapan, área cultural de la civilización totonaca que tiene como uno de sus símbolos a los voladores.

Aunque el pueblo de Pahuatlán se fundó en 1532 por frailes agustinos, su historia se debe recorrer hasta tiempos prehispánicos, pues el territorio formó parte del antiguo reinado del Totonacapan y cuando los totonacas se fueron retirando de la sierra la zona fue ocupada por Nahuas y Otomíes (o ñähñus como se llaman a sí mismos), quienes se disputaron el territorio hasta la llegada de los frailes Agustinos.

El pueblo del papel amate

Fue reconocido como Pueblo Mágico en 2012, en tanto que la zona destaca por su riqueza artesanal, pues en este lugar se sigue elaborando el papel más antiguo del país: el papel amate; también destacan la alfarería, las artesanías en madera, y los bordados, con productos como collares toquillas, bordados y tejidos de lana; cestería, madera tallada y talabartería.

Al ser parte del señorío del Totonacapan la Danza de los Voladores continúa como tradición de este destino. En este pueblo aún se conservan muchas tradiciones indígenas, como la figura de los brujos para aliviar diversos males y sanar el espíritu.

La gastronomía tiene importantes componentes prehispánicos existen tamales de cacahuate, de hollejo, o de pascal, tacos de cecina ahumada, salsa de chicales (una especie de hormiga) y guisos a base de flores. Más usuales están las acamayas, el chicharrón, el mole, el pipián, o chayote con queso.

Como postre hay dulces a base de piloncillo, o atoles de cacahuate o de piña, el pascal de cacahuate con pepitas, y vinos de frutas; para cerrar, es recomendable su café de altura acompañado de un pan de granillo y huevo.

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