San Miguel Ixitlán, ubicado al sur del estado de Puebla y colindante con Oaxaca, es el municipio más pequeño del estado y resguarda jeroglíficos tallados en roca, una joya arqueológica poco conocida.
Con una extensión territorial de apenas 72.61 kilómetros cuadrados y una población de 526 habitantes, según el Censo de Población 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), San Miguel Ixitlán se posiciona como el municipio más pequeño de Puebla, tanto por número de habitantes como por su dimensión.
Este poblado está ubicado a tres horas del Centro Histórico de la capital poblana y forma parte de la región limítrofe con el estado de Oaxaca. A pesar de su tamaño, guarda entre sus colinas rastros arqueológicos como jeroglíficos y cuevas prehispánicas, lo que lo convierte en un destino con riqueza cultural e histórica.
Uno de los atractivos turísticos más singulares de San Miguel Ixitlán es el conjunto de rocas naturales con jeroglíficos ubicado a tan solo un kilómetro del centro del municipio. Se trata de un sitio arqueológico donde se han encontrado machetes y cuchillos de piedra, señal de que en esta zona habitaron tribus prehispánicas.
El área, que forma parte del entorno del Ayuntamiento, no ha sido ampliamente estudiada ni promovida como zona turística oficial, lo que la convierte en un tesoro oculto para los amantes de la historia y la arqueología.
San Miguel Ixitlán celebra su fiesta patronal el 29 de septiembre, en honor a San Miguel Arcángel. Las festividades incluyen música, misas, fuegos pirotécnicos, jaripeo, carreras de caballos, juegos mecánicos y bailes populares.
Además, mantiene vivas las tradiciones de Semana Santa y Día de Muertos, cuando los cementerios se adornan con flores y ofrendas.
En el ámbito artesanal, los habitantes elaboran sombreros, canastas y chiquihuites con palma, carrizo y plástico. Su gastronomía es igualmente rica: se preparan pozole, mole, tamales, adobo y barbacoa, acompañados de bebidas como mezcal, aguardiente y champurrado.